Charanga nacional

14 ene 2019 / 08:36 H.

E s más que seguro que a estas alturas, las comparsas, chirigotas, cuartetos y coros del próximo carnaval ya tengan todo su repertorio completo, si se tiene en cuenta lo fácil que se lo ponen los políticos y otros muchos, que no son políticos pero les encanta jugar a la política, a los que componen la música y las letrillas. Los gobernantes integran una charanga nacional bastante ridícula que protagoniza una zarabanda cada día más estridente y más perjudicial para el oído y, sobre todo, para el bienestar de los ciudadanos. ¿Cuántas maniobras vergonzantes quedan por descubrirse? Basta con tirar un poquito de la alfombra para que la basura rebose. No sé qué podrá pasar si es que el nuevo Gobierno andaluz se atreve a levantar del todo las alfombras de la Junta de Andalucía, después de casi 40 años en que la escoba que barría la haya tenido en exclusiva el partido socialista. Se necesita tener una memoria descomunal para recordar tantos casos de corrupción, de abusos, como se vienen poniendo al descubierto cada día que sale el sol, y los nublados también. Ahora se habla otra vez del que fue comisario, José Villarejo. Un ejemplo de integridad al servicio de la justicia. Y ahí parece que está también en la palestra de este mundo de chusma impresentable, el que ha sido el más importante directivo del BBVA, Francisco González, que pagó un dineral a Villarejo para que espiara, ilegalmente, claro, como es norma en este ex policía, a más de 4.000 personas que no les caían en gracia. Los bancos no tienen freno para nada, máxime cuando tan protegidos han estado siempre de los gobiernos y en ocasiones por la justicia. Toda esta inmundicia sale a la luz ahora, cuando ya el delito ha prescrito. Así que habrá que esperar a que se cometan otros que, sin duda, no se harán esperar. El año no ha hecho nada más que empezar y ya las noticias detectables se van amontonando. Casi todas son del mismo corte que las de siempre. En todas ellas se sigue jugando con el dinero de los ciudadanos. José Villarejo sólo es uno más que ha sabido aprovechar los privilegios de su puesto de trabajo para tratar de llenarse los bolsillos. Pícaros que somos. A lo mejor la culpa la tienen los sastres por hacer los trajes con bolsillos. Ya les conté alguna vez aquella anécdota del ministro que cada día, al abandonar el palacio, bailaba y daba grandes saltos ante el rey.