Cercados por el fuego

07 abr 2017 / 11:40 H.

Es curioso cómo funciona la mente humana: dos niñas y un adolescente mueren, en una cueva de Almería, atrapados por el fuego que debió prender alguien conocido. Horroroso y penoso que esto suceda; en los mismos días, más de veinte niños sirios mueren en la masacre producida por un producto tóxico. Ni unos ni otros han tenido posibilidad de salir de la trampa de una muerte terrorífica. Todos son niños, todos víctimas inocentes del virus de la barbarie. Habría que ver el sufrimiento de los jóvenes almerienses tratando de zafarse del infierno; y el de los sirios —y son más— que tampoco tuvieron, ni seguirán teniendo, escapatoria. Si se salvan de los yihadistas, los atrapa su gobierno, los rusos o cualquier otra gran potencia. El sofá que enciende su cueva es mayor, abarca a más víctimas. Aquí el, los, culpables, se podrán localizar y hasta rehabilitar. Pero, ¿quién culpa y castiga a las grandes potencias por sus actuaciones criminales? La ONU podría ser, pero no posee ni la independencia ni la capacidad para hacerlo. Así que, para no volvernos locos, no nos queda otra que permanecer tan panchos ante las imágenes de un horror que sucede tan lejos.