Carrusel de los necios

10 may 2019 / 16:31 H.

A veces me gusta releer a los clásicos y de manera particular suelo adentrarme por las páginas de los dos autores que me aficionaron a la lectura allá por mis años mozos. No son otros que Cervantes y Quevedo, que en mi opinión están en la cumbre de la narrativa de la lengua española. Hoy leo las “Obras Jocosas” de Quevedo y una vez más disfruto de su dominio del lenguaje, de su sentido del humor y de su capacidad satírica hasta el extremo. Y no me duelen prendas al reconocer que me ha sugerido esta reflexión que ahora voy a compartir con los lectores.

No sé si ustedes tienen la impresión de que vivimos en un mundo en el que la tecnología, con las inmensas posibilidades de transmisión de noticias, información y desinformación de cualquier tipo que pone al alcance de todos, ha desbordado la capacidad de reflexión de una gran parte de los humanos y les ha vuelto majaretas de pronóstico reservado. Hace tiempo que venimos padeciendo cadenas de bulos, gracietas estultas y necedades a prueba de mosquete, que diría Quevedo, que nos hacen llegar esos petardos conocidos, que no amigos, que usan el móvil como arma que carga el diablo para molestar con sus estúpidos comunicados en cualquier momento y lugar a destinatarios que alguna vez, quizás de forma harto imprudente, les confiaron el número de teléfono por si les era necesario para mejor tema y en ocasión de necesidad, cosa que quizás no merecían, como se puede colegir viendo el uso memo en el que una y otra vez porfían con su campaña incansable para ser considerados ases de la baraja de los tontos. Hemos podido comprobar hasta la saciedad que aquellos que defienden las ideas más extremas hacen un uso que en ocasiones llega a ser insultante de la facilidad que Whatsapp les ofrece para bombardearnos, a través de grupos de difusión en los que nos incluyen sin venir a cuento, con una sarta interminable de propaganda torticera que a muchos, por no decir a todos, les resulta molesta, fuera de lugar, y por qué no decirlo, ofensiva en la mayor parte de los casos; y este proceder propio de necios contumaces no hay forma de pararlo, pues si alguno de los sufridos destinatarios, se arma de valor e intenta amonestar de forma educada al latoso profeta, se expone a recibir doble ración de burda grosería. La única opción acertada ante tanto dislate suele ser la de abandonar el grupo, hecho que muchos consideran como un desprecio inaceptable, pero lo contrario suele ser interpretado como aquiescencia por la banda de los necios.

En cuanto a Facebook y Twitter habría que pensar que la vanidad es la virtud que aqueja al común de los usuarios. No hay viaje, acontecimiento familiar, encuentro más o menos fortuito, hazaña deportiva, fiesta de pijama, disfraz de pazguato ni “selfi” con famosillos de tres al cuarto que no sea expuesto por el protagonista a la consideración del respetable para que alguno se atreva a dar un “me gusta” e incluso exprese su mejor opinión al respecto. Todo un carrusel repleto de necios con capirote que expone su intimidad sin ningún reparo, con lo que esto conlleva de potencial peligro para el futuro, pues nadie piensa en el uso torticero que se le puede dar a la información distribuida sin recato alguno. Y no quiero ni citar la difusión por algunos padres y allegados de imágenes en las que los niños son inocentes protagonistas. Toda una inenarrable demostración de necios de manga de armar que también decía Quevedo allá por los inicios del siglo XVII. Hace unos días que tuvimos la suerte de poder votar y acabar por fin con una campaña electoral que parecía interminable y ahora lo más sensato sería reflexionar sobre los resultados y sacar conclusiones sobre la situación y la realidad que se nos muestra, pero desisto de hacerlo porque ya me duelen los tímpanos escuchando nuevos cánticos y promesas que nos hacen los mismos partidos con distintos candidatos para las próximas elecciones a celebrar dentro de dos semanas. No hay cuerpo que aguante tanta presión, solo aquellos que son acérrimos seguidores de tal o cual partido que como ya se he comentado antes, ahora también continúan masacrando a los amigos a través de Twitter, Facebook y Whatsapp. Por favor, dejadnos descansar les sugiero. Somos amigos, no nos martiricéis, nos conformamos con vuestro silencio, así que os ruego que dejéis el móvil en paz. Estamos en mayo y pido que cesen de estridular las chicharras de Whatsapp.