Cambios de sentido

11 nov 2017 / 10:32 H.

A l sacar dinero del cajero, el banco me lanzó un mensaje nada sutil: “Divide y vencerás”. Lo acompañaba de una imagen guerrera del apolíneo Julio César, un gachón romano que sabía muchísimo de escaramuzas bélicas y rubicones. Acabó traicionado, por cierto. Entiendo que los magos de las finanzas pretenden que divida mi ruina, aplace la deuda, la esconda, parcialmente, debajo de la alfombra, mientras crece camuflada en la letra pequeña. Es la estrategia económica del Ayuntamiento de Jaén para estar entrampados pero felices. Son trampas al solitario y, al final, cuadra todo. Me lo pensaré. También parece que es la máxima que rige en el Partido Popular, pero, en este caso, el divide y vencerás se quedó enquistado. Al que urdiera la operación le fallaron los tiempos. Las dos familias, las dos sensibilidades peperas, se cruzan la cara por carta, en redes sociales y se regatean para encontrarse lo justo. Ahora tienen un presidente oficial bendecido, Juan Diego Requena, y un apátrida del aparato que vive en el exilio de Porcuna, Miguel Moreno. Irreductible, tozudo, al que también le investigan cómo financia su disidencia. Un Puigdemont refugiado en la Casa de Piedra porcunense que emprende una batalla judicial de dudoso final, pero sonoro trayecto. Si el PP provincial hace aguas, en la capital, el rumbo del PSOE está en manos ahora de un grumete ascendido a capitán. Julio Millán aprendió el oficio de surcar aguas políticas bravas y en este tiempo ayudó a la tripulación en lo que buenamente hiciera falta. Toma el relevo de un Manuel Fernández que se dedicó de lleno a tapar todas las vías de agua de una barca zarandeada, electoralmente, por el PP. Reordenada la tropa, da por finalizada la singladura.

El líder de los socialistas, Francisco Reyes, no dudó en hacer leña del árbol caído y, ya puestos, picón para el brasero del invierno, al comparar los procedimientos internos del PSOE con el congreso provincial del PP que, aunque se celebró por aquel ya lejano mes de mayo, aún humea. Quema. Ciudadanos, por su parte, no tira de cantera y apuesta de nuevo por los fichajes invernales, aunque en la última temporada le salieran ranas, díscolos, mixtos y ahora estén apartados del partido. María Cantos se decantó, finalmente, por una “opción de centro, donde está la virtud” y dejó atrás el terreno ignoto de crear un partido político a la imagen y semejanza de las carencias de una ciudad que, como expresidenta de OCO, conoce bien. Se trataba —según explicó en versión pragmática— de llegar al corazón de los jiennneses pero también a los bolsillos con un partido que pueda batallar en Sevilla y en Madrid. La estrella vecinal mantuvo el suspense hasta última hora, incluso cuando ya era “vox populi” su presentación. Y es que había que preparar los focos, pero también a la militancia para que, finalmente, sea candidata de la formación naranja. Jaeneros, plataforma que creó para bregar por la ciudad, se integrará ahora en un partido que intenta blanquear su rocambolesca, traumática y desdichada llegada al Ayuntamiento de Jaén. La lluvia todo lo limpia y a ella habrá que encomendarse para que despeje también la atmósfera política. De momento, la Diócesis de Jaén dedicará sus rezos (“ad petendan pluviam”) a que llueva en la provincia ante la pertinaz sequía que nos castiga. “Dios de la lluvia apiádate de las bestias y de mí”, que cantaba el Último; no es latín, pero es verdad. Es importante rezar en el casillero adecuado porque de lo contrario puedes pedir por error la llegada de la república independiente de Cataluña como imploran algunos obispos catalanes a los que el Vaticano no les aplica su 155. Estos también son unos pecadores de la pradera que diría el pachucho Chiquito o unos fistros. Término que el malagueño definió así: “Es una palabra planetaria, y como yo soy gémenis (sic), procede de una galaxia de 1801”. Exacto, es todo de otro tiempo.