Caligrafía

01 jun 2018 / 08:57 H.

Por circunstancias que no vienen a cuento, llevo años observando la letra de los demás y a estas alturas me atrevo a decir cosas más o menos serias (siempre me lo guardo para mí mismo, por si la ofensa) sobre la personalidad de la gente gracias a su manera de escribir. Cuando afirmo esto, me gustaría que no se fueran a los extremos: por favor, no piensen en ciencias exactas, ni tampoco en nigromancias. Pero dediquen un momento a pensar en los juicios que emitimos al leer en las personas su ropa, gestos o color de la piel. Atrévanse a decirme a estas alturas que el peinado, los tatuajes o la sonrisa no influyen, aunque sea mínimamente, en una entrevista de trabajo. No tengo empresa ni dinero, así que creo que voy a librarme de tener que contratar a nadie; pero, si un día el diablo me pusiera a hacer una selección de personal, creo que me bastaría con que los solicitantes escribieran (de su puño y letra) una redacción de 300 palabras sobre su vida, obra o milagros. En los márgenes mediría la autonomía, en la puntuación el ritmo y la capacidad de trabajo. La imaginación está ahí, en las vocales de trazo firme. En las mayúsculas, la capacidad de liderar. ¿No ven la fidelidad en los trazos que unen las letras, la generosidad en el espacio entre los párrafos?