Cajetillas de tabaco

20 may 2016 / 10:34 H.

Ya de por sí, los mensajes de las cajetillas de tabaco son excesivamente alarmantes y poco estéticos ocupando casi la totalidad del envase. Es cierto que es perjudicial el tabaco, pero otros productos lo son en gran media, ya que pueden no solo producir la muerte a la larga, sino de forma inmediata. Que estas advertencias están hechos con buena intención, —nadie lo duda—, recuerdo que en una ocasión un alto cargo de la Dirección General de Tráfico mandó poner cruces en las carreteras “en aquellos tiempos no gozábamos de autovías” en los sitios donde había sucedido un accidente mortal, aquello que se hizo con buena intención, estéticamente no gustó y duró poco tiempo. Comentaba Herreros en una portada de La Codorniz (“Número 426-8/I/1.950”) donde se veía a un sultán rodeado de numerosas mujeres, cómo un médico le aconsejaba, “Por de pronto, debe usted dejar de fumar”. Una de las grandes ventajas que ha tenido la campaña antitabaco ha sido prohibir su consumo en locales cerrados, y en el interior de los vehículos cuando se conduce acompañado, la persona no habituada al humo del tabaco suele tener molestias conjuntivales. Los usuarios lo han aceptado y no ha hecho falta echar mano de anuncios rimbombantes. Echamos de menos que se pongan mensajes advirtiendo de la peligrosidad en otros productos, como alcohol, por ejemplo. Y por qué no, en los anuncios de venta de vehículos en Prensa y Televisión. “Este vehículo requiere una conducción eficiente, para no provocar accidentes”, lo mismo pensamos en el caso de los móviles, el llamado “smombie” debería indicar en alguna parte de la pantalla: “No está permitido utilizarlo mientras se conduce”. “No use el móvil cuando camina”, en algunos países ya hay señales en las avenidas y pasos de cebra advirtiéndolo. Todo esto es equiparable a la protección de la infancia en la comida rápida y en las llamadas “chuches”, que favorecen la obesidad infantil. Debe compaginarse estética y advertencia, que con un slogan más humorístico quizás tenga mayor efectividad, ya que el consumidor de cigarrillos “por lo general” no hace caso de los anuncios tremebundos y menos si usa un envase para guardar la cajetilla.