Botellones, casco antiguo y cuánto

Un botellón generado de forma espontánea y sin intervención policial levanta de nuevo la polémica porque se ha hecho en San Ildefonso >> La sociedad, permisiva con el alcohol, debería pensar más en el cuánto beben, en vez de en dónde beben

08 ene 2017 / 11:30 H.

Hay debate siempre que la juventud decide acudir en masa a una concentración para hartarse de beber, sin ton ni son, pero es la moda, que como el Guadiana, aparece y desaparece por generación espontánea. Es curioso que ese debate de la sociedad se produce siempre por el lugar del botellón, en este caso porque los aledaños de la plaza de San Ildefonso fueron colapsados por una turba juvenil que sembró de basura tan histórico escenario y que ha levantado las iras de los ciudadanos y de los políticos de la oposición, especialmente porque ese botellón de Año Nuevo tenía un condimento especial, la Policía Local decidió no intervenir para no causar problemas mayores, según palabras de su responsable. Miramos para otro lado cuando se trata de alcohol, una droga que está matando a la juventud, ese es el drama.

Nos preocupamos por el dónde, que no esté muy a la vista, que así como el refranero, “ojos que no ven, corazón que no siente”, cuando el problema real de esta sociedad jiennense y de otras, muy a la mano en el sur de España por el clima que tenemos, es cuánto beben los jóvenes universitarios o trabajadores y los menos jóvenes, que si uno echa una visual a las redes sociales, los botellones están llenos de menores de edad. Cuánto beben, no dónde beben debería ser el debate, no se cansará este cronista de clamar a los cuatro vientos tal impostura social. Bebieron hasta hartarse en San Ildefonso y dejaron la plaza hecha una inmundicia, sí, pero lo peor es lo que se llevaron en el cuerpo, cada uno de esos muchachos (generalizar es siempre incongruente, así que dejémoslo en quienes bebieron sin moderación) y no hay constitución humana que resista varios asaltos de alcohol casi en vena, por muy socialmente compartido tengamos que no puede haber celebración, por chica que sea, que no tenga licores variados por degustar en abundancia. Lejos de parecer carca y antiguo, lo que abogo es por un pacto social que emane de la propia educación en valores y tenga en la autoridad los mecanismos de control necesarios para que no haya desastres humanos.