Borrones y aciertos

Para poder escribir hay que levantar el bolígrafo del papel, de la misma forma en que hay que perdonar para poder seguir viviendo. Las personas no solo somos sino que estamos siendo en cada circunstancia que la vida nos plantea; de modo que nos mostramos una persona con nuestros padres, y otra con nuestros amigos o con desconocidos. Un día hemos sido egoístas y otro alegres, una semana hemos ayudado a quien lo necesitaba y otra no nos hemos reconocido en el espejo. Eso no es malo, hay que saber perdonarnos y querer a la persona que somos, porque todo lo bueno y malo que vemos en el otro, lo tenemos nosotros dentro. Una relación, por ejemplo, no es una frase excesivamente larga; tiene comas y puntos, tiene borrones que tenemos que dejar al margen del cuaderno, porque nos recuerdan que un camino sin cuestas y curvas es aburrido hasta en un lienzo. Perdonar a los demás es tener madurez y generosidad, pero perdonarnos a nosotros es algo superior, porque nos obliga a examinarnos y mejorar. Sin embargo, la clave sigue siendo saber quiénes somos, reconocer las debilidades y compartir nuestras fortalezas, las dos caras de la misma moneda.