Aprender del 8M

10 mar 2018 / 11:36 H.

A los hombres aún nos hace falta mucha pedagogía. Soy de una generación en la que la caspa machista inundaba nuestras vidas y se vivía con cierta normalidad. Después, con un poco de prepotencia, caímos en el error de pensar que el machismo no éramos nosotros, que eran los otros, sin reparar en que esta plaga impregna e inunda nuestra vida cotidiana, que está en el aire que respiramos. Llegamos a creernos que estábamos vacunados. Pero no, no es así, hay que combatirlo como hacemos con cualquier otra enfermedad crónica heredada. Se podrá entender por ciertas personas que es un discurso oportunista, y si así es, no dejemos pasar nuevamente las oportunidades que nos ofrece la vida y no continuemos, al día siguiente, con el tran-tran modorro que no nos mueve de la baldosa confortable y traicionera en la que bailamos con demasiada frecuencia. Rompamos la rutina de una puñetera vez y reflexionemos y hablemos, como muy bien ha dicho Nacho Escolar, de lo que soy y he sido, de lo que quiero ser. En el día a día hay mil situaciones dónde los hombres no estamos la altura, así que hablemos menos, escuchemos más y manos a la obra. Cuando se practica da mucho gusto.