Amor por lo antiguo

15 mar 2018 / 08:57 H.

No lo puedo evitar. Aún hoy, muchos años después, cuando subo del Puente Tablas a la ciudad y me apeo del autobús en la última parada, en la Puerta Barrera, no dejo de mirar a la fachada donde estaba la tienda de antigüedades de Juan José de la Rosa. No puedo olvidar a aquel hombre enamorado de lo antiguo, del arte y de su Jaén, que estuvo muchos años intentando interesar a los jiennenses y a los turistas en el valor histórico de las muchas y variadas piezas que exhibía en su negocio. Él empezó con una pequeña tienda en Millán de Priego, que abrió porque no le gustaba que Jaén fuera la única ciudad de Andalucía que no tenía una tienda de antigüedades. Después, pasó el negocio a la plaza de Santa María, con el nombre de Almoneda Rosarte. Fue allí donde empecé a conocerle, porque a mí me llamaban poderosamente la atención aquellas viejas piezas, ya olvidadas algunas, pero que tenían un enorme valor histórico.

Juan José, con 21 años, entró a trabajar como contable en la empresa Riva Hermanos, en la que estuvo un cuarto de siglo. Allí conoció a Félix García, apoderado de la empresa, un académico y anticuario aficionado que selló la vocación y el destino de Juan José. Su amor por investigar el arte no tenía freno. Terminó abriendo una tienda más amplia en la Puerta Barrera. Me confesó que no era fácil salir adelante con el negocio, pese a que tomó importancia e, incluso, fue visitado por relevantes personalidades de la época, como la señora de Franco o el famoso escritor y director de cine Edgar Neville. No existía una inclinación mayoritaria en la población jiennense por los objetos antiguos y el turismo que nos visitaba era escaso. Pero continuó durante muchos años con el empeño de dar a conocer la historia de nuestra tierra a propios y extraños, para que Jaén fuese conocida. Durante los últimos años, que fueron muchos, es cuando nuestra amistad se agrandó. Era un hombre campechano a quien daba gusto oírle hablar.

Además, era una persona generosa y colaboradora. A mis compañeros escaparatistas de Tejidos Gangas y a mí nos ayudó en infinidad de ocasiones cediéndonos aquellos objetos que le solicitábamos para decorar los escaparates. Le gustaba escribir poemas y me regaló uno que compuso dedicado a Nuestro Padre Jesús Nazareno. Tenía una exquisita sensibilidad para todo lo que significara arte y para tratar a las gentes.