Alpinistas

08 feb 2019 / 09:23 H.

No les voy a hablar de ese arriesgado deporte que es el alpinismo. Jamás lo practiqué porque siendo muy pequeño ya descubrí que sufría un vértigo angustioso. He empleado la palabra alpinista para ser más moderado a la hora de hablar de los trepadores, de esa cantidad de avispados trepas que no tienen el más leve recato en tratar de subir escalones sin sentir remordimientos ni escrúpulos de conciencia. Esta especie está muy extendida en todas las profesiones y actividades, especialmente en la política. Estas conductas degradantes, a veces, sí suelen causar un efecto de pesar que defrauda, en otras personas, sobre todo si ejercen la misma o parecida actividad. Duele contemplar que gentes que comparten tu trabajo lo realizan llevados por las ventajas materiales o simplemente para fastidiar al prójimo. Una de mis grandes vocaciones es el humor y nunca se me ocurriría —a ningún precio— utilizarlo para ofender, humillar, insultar, amenazar ni hacer burla ni escarnio de ninguna persona. En estos tiempos, hay a quienes llaman humoristas que ganan la popularidad haciendo toda esa lista de barbaridades. Alguna vez ya les dije algo a este respecto.

Nadie sabe el tiempo, el trabajo, las horas, los días y los años que a mí me costó que un día, hace muchos años, la Federación de Asociaciones de Periodistas de España me diera el carné profesional. Durante algún tiempo me sentí orgulloso de poder decir que era periodista. Desde hace unos años, viendo los debates políticos de algunas cadenas televisivas, me da un poco de bochorno, en ocasiones, decir que soy periodista. La actitud de estos profesionales del periodismo no es nada ejemplarizante. Cada uno de ellos acude al plató llevando por dentro la camiseta del color de su partido político. Y se retratan muy pronto perdiendo toda clase de credibilidad y hasta de respeto. En tarde del pasado miércoles escuché las opiniones de un periodista y escritor catalán a quien nunca presté demasiada atención. Esa tarde sí, porque Miquel Giménez, el periodista al que me refiero, habló con una ecuanimidad encomiable del problema del independentismo catalán, de Torra, de la actualidad política nacional, del Gobierno de Pedro Sánchez y otros dirigentes. Se notaba que él no tenía nada envuelto, nada que esconder ni parecía que siguiera las directrices interesadas de los directores del programa.

Miquel Giménez sí me pareció un auténtico periodista.