Al señor ministro

08 ene 2018 / 09:17 H.

Muy señor mío, entre las muchas y repetidas misivas que no dudo recibirá usted con motivo de su elevadísimo cargo, le suplico recoja benignamente estas letras junto a mi felicitación atrasada por las Navidades, que espero las haya pasado su excelencia confortablemente en compañía de familiares y amigos. Una servidora a.d.g se ha puesto como el quico de comilonas y tirado de calefacción eléctrica todo lo que ha podido y más, que para eso, hoy por hoy, puedo pagarla porque tengo posibles. No como, sirva de ejemplo, las más de 500 personas que no hace mucho llegaron en patera a las costas de Murcia y Almería y que hasta la fecha siguen encarceladas en el centro penitenciario de Málaga II, en la ciudad de Archidona, convertida provisionalmente en Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) pero sin agua ni luz. Que bien sé yo que son criaturas del eñor que no han cometido más delito que jugarse la vida cruzando el Mediterráneo, huyendo de gobiernos dictatoriales que mantienen a los pueblos africanos en la más absoluta miseria. Pero en esto le doy la razón a vuecencia ¡que se hubieran quedado en su tierra que allí no tienen Navidad!

Así, con la debida sumisión, debo suplicarle a V.E. no vaya a hacer caso a esas voces que le andan exigiendo insensateces como que preserve la dignidad de las personas retenidas y salvaguarde sus derechos, en particular su derecho a la salud. Que impida el internamiento de menores de edad, mujeres embarazadas o personas que padezcan enfermedades graves; que deje las devoluciones en caliente; que se facilite el acceso a los centros y que les limite la vigilancia policial al exterior; que asegure visados humanitarios a las personas que huyen de conflictos y violencia, para evitar que caigan en manos de mafias y redes de tráfico ilegal; o que cumpla de una vez sus compromisos internacionales de reubicación y reasentamiento.

Tampoco vaya a traspasar sus competencias a un ministerio propio de Inmigración, Refugiados y Ciudadanía, como hace el gobierno de Canadá, que promueve la acogida a través de una red de organizaciones locales, facilitando el contacto de patrocinadores privados para que esos extranjeros se sientan ciudadanos canadienses desde el minuto uno. Que ha llegado a mis oídos que de los más de 27.500 refugiados acogidos hasta ahora en la presente campaña, cerca de 10.000 se han quedado en Canadá gracias a iniciativas ciudadanas y organizaciones privadas, con fórmulas como el acogimiento en familia o en un entorno universitario.

Cierto es que tengo tanta confianza en su buen juicio como en el de los demás ministros de la Unión Europea que apenas han reubicado a 2.000 refugiados entre los Estados miembros de los 160.000 acordados desde septiembre. Porque frente a los irregulares, represión. No digo que si volviera un boom inmobiliario o si los nuestros no quisieran recoger la aceituna, no pudieran hacerse regularizaciones masivas, pero mientras tanto... ¿Cómo que ninguna persona es ilegal? Si no ha nacido aquí, lo es. ¡No se puede ser tan considerado, por amor de Dios! Que una no sabe si lo que llegan son oleadas de refugiados confundidos con inmigrantes o de inmigrantes confundidos con refugiados. Que una tiene miedo cuando los ve venir. Que parecieran una invasión. Por no hablar de que cualquiera de ellos puede ser un terrorista escondido y bien sabe el señor ministro que hoy la guerra contra el terror yihadista es la prioridad más urgente. No es que yo no me ponga en el pellejo de esos pobres extranjeros, o como ahora se dice, no sea empática. Soy tan empática como su señoría. Ambos admitimos que nuestro mundo está cada vez más fragmentado y polarizado, cada vez hay más muros y fronteras, así que tengámoslos en cuenta. Y si el dinero es la mayor frontera, que vengan en business y verán como así no tienen problemas. Por ello confío que en lo venidero nuestras relaciones serán tan continuas como amistosas, pues estoy persuadida de antemano que tomará en favor nuestros comunes intereses. Es gracia que espera alcanzar de usted cuya vida guarde Dios muchos años.

¡Arriba el Estado español constitucional! Saludo a Rajoy.