Al cierre del mercado

02 sep 2017 / 10:59 H.

Cierra el mercado de fichajes futboleros con la inflación típica de las burbujas a punto de petar. A la espera de que algún obispo (catalán puestos a pedir y por seguir la tradición) critique el fichaje de un pelotero como Dembélé —que tiene más acentos que fútbol— y que cuesta a las saneadas arcas blaugranas 145 millones de euros, una ganga si se tienen en cuenta los 15 millones en los que estaba tasado la temporada anterior. El francés se convierte, de momento y antes del cierre del mercado, en el fichaje más caro de la liga española, y no hay campaña critica sobre el asunto como sí la hubo cuando el Real Madrid rompió la banca con Ronaldo. Entiendo, en cualquier caso, que el césped no es el terreno propicio para predicar para un obispo, ni la Iglesia lleva bien el voto de pobreza. Guardiola tampoco tiene tiempo ahora para sesudas reflexiones volcado como está en el “procés” y en la difícil tarea de ser místico sin Messi. “España es un país que con la camiseta ya te dan la pandereta...” canta un francotirador con letras ácidas, Ángel Stanich, y es verdad, el que suscribe, sin ir más lejos, saca hoy de paseo su indisimulado madridismo. Rencor futbolero militante. Estamos los madridistas crecidos con el toque propio y con los jaleos del “mes que un club”. La historia y el péndulo. ¿Con Nobita Bartomeu empezó todo?

Madrid, en cualquier caso, es césped recurrente donde embarrar todos los asuntos y situar la capital como la madrastra de todas nuestras pesadillas, sobre todo si son nacionalistas. Ahora, toca Cataluña. Muñoz Molina ya dedicó un capítulo específico sobre el asunto en defensa de una ciudad que no se merece tanta inquina y que, en ocasiones, parece que no tiene quien le escriba o defienda. A Francisco Umbral, incluso, le ponía ese primer Madrid de pensiones, café malo, quinquis y una historia en cada esquina al que llegó con el petate lleno de talento y dispuesto a dejarse querer.

De vuelta al forofismo, en este caso en el terreno político, al asunto catalán le falta cerrar ya un argumentario básico, limado, de los grandes partidos constitucionalistas frente a la desconexión catalana de la realidad. La burbuja independentista también está a punto de explotar y conviene no volar los puentes para el día después. La lectura sosegada de algunos artículos de su incipiente Constitución situarían a la moderna Cataluña en una república bananera al albur de los designios de tres elegidos. El garrafón ideológico del ejecutivo catalán es de los que dejan una resaca épica. El tripartito además no valora en su justa medida eso de meter la mano en la caja de la burguesía catalana, que eso por sí solo da más miedo que una declaración ante la Guardia Civil. En esta república ácrata, salvo en ser independientes, no se pondrían de acuerdo en nada más.

Con permiso del autoproclamado
“crooner” patrio, Bertín Osborne, que viene a cantarnos a casa, el socialista Valeriano Bermúdez pretende dar el cante dentro de la Operación Triunfo del PSOE jiennense. El funcionario de la Diputación Provincial, que a priori tiene más pose de cantante melódico con pelucón al viento, a lo Nino Bravo, citó en la Plaza del Pósito a sus acólitos, entre ellos algunos viejos rockeros del socialismo jiennense. Una segunda opción para remover en algo, aunque sea poco, las tranquilas aguas socialistas. Difícil empresa hacer sombra dentro del PSOE hoy a Francisco Reyes, que tiene el GPS del partido en la testa. En cuanto al cauce orgánico, al final, no hubo sorpresa, y el partido se decantó por la ortodoxia del 20% de los avales necesarios para que haya disputa entre candidatos. Con la experiencia “en directo” del PP en la calle San Clemente y su tumultuoso proceso de elección, conviene a los partidos encauzar los procesos democráticos para no ser tendencia por “chuscos”. Los gatillazos mejor en privado.