Al-Andalus

28 feb 2023 / 16:00 H.
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El 28 de febrero me recuerda, no sé por qué, a aquella Andalucía que andaba buscando sus señas de identidad allá por el año 711, que es cuando empieza a conformarse el Estado andalusí a raíz de la batalla del Guadalete. Los musulmanes designaron a la península Ibérica con el nombre de al Andalus. Hacia el año 718 los generales musulmanes ya controlaban, excepto las montañas del norte, todo el territorio peninsular dirigido por un gobernador (wali) nombrado por el califa de Damasco. Conforme fue avanzando la Reconquista, a finales del siglo VIII, este vocablo redujo al Andalus a la zona sur peninsular, donde se asentaron colonos árabes y bereberes a las órdenes de ‘Abd al-Rahmãn I (756-788), príncipe omeya que, tras proclamarse emir independiente de Bagdad, fijó la capital de su emirato en Córdoba.

‘Abd al-Rahmãn III acabó con las luchas internas entre árabes y bereberes, con las de los clanes árabes y con las sublevaciones de los muladíes y, una vez que reinó la paz en el Estado, dirigido por visires (ministros), se proclamó califa. Con los diferentes califatos de Córdoba, al Andalus conoció una época de esplendor político, económico y cultural. Entre las joyas arquitectónicas de esa época se halla la Mezquita y el palacio de Medina Azara. La agricultura y la industria florecieron, así como la marina andalusí, pero pasados unos años, que iban del año 976 hasta 1009, se inició la crisis de un califato que, de la noche a la mañana, quedó dividido en principados independientes conocidos como taifas, los mismos se desangraron porque se inició una lucha entre ellos que ha llegado hasta nuestros días. Hacia el año 1262, al-Andalus lo constituía solamente el reino de Granada, que pervivió hasta 1492 cuando los Reyes Católicos rinden al sultán nazarí Boabdil y acaba la Reconquista, y al Andalus deja de existir. Cada año, el 28 de febrero me recuerda que Andalucía tiene una bandera verde y blanca, un himno que vuelve tras siglos de guerra a decir paz y esperanza bajo el sol de nuestra tierra. E, incluso tiene un conjunto de variedades lingüísticas del español procedentes de arcaísmos mozárabes (Reconquista: S. XIII al S. XV) y de la posterior repoblación de Andalucía con gentes leonesas y castellanas. Rasgos diferenciadores del lenguaje andaluz es el ceceo (confusión entre la s y la z), el seseo (sustituir la z o la c por la s), el yeísmo (confusión entre la ele y la r) y el uso de la forma “ustedes” por vosotros.

El andalucismo tuvo cierta relevancia a principios del siglo XX y con la 2º República, el andalucismo adquirió un auge mayor animado por la figura de Blas Infante (Padre de la Patria andaluza). Después de la dictadura franquista, resurgió y fue asumido por todas las fuerzas políticas andaluzas, aunque nunca llegó a ser ese movimiento regionalista capaz de conseguir un gobierno autónomo para Andalucía. Hoy día, en Andalucía se reivindican derechos que defienden el espíritu del 28 de febrero de 1980 cuando se convirtió en la cuarta comunidad autónoma que accedió a la autonomía por el artículo 151 de la Constitución. En enero de 1982 entró en vigor el Estatuto de Autonomía y en mayo de ese mismo año se celebraron las primeras elecciones para el Parlamento regional. Para terminar, diré que el ideal político del andalucismo no terminó de calar en esta tierra que, en ciertos aspectos, sigue pareciéndose más a los principados independientes de taifas.

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