Ajedrez para peones

    11 dic 2023 / 09:47 H.
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    Cuando hablamos de rebeldía nos referimos a una pugna de poder que concierne a dos personas: opresor y oprimido. A lo largo de la historia, y con la consolidación de los Estados nación, se ha extendido la creencia en que la naturaleza humana es una fuerza que nos lleva a un devenir que tiene tanto de social como de biológico. El filósofo Foucault sostenía que el verdadero cambio nacía de la resistencia organizada de las minorías, alejándose del predetermismo para afrontar los problemas sociales. El discurso y el poder son los dos grandes motores en nuestra sociedad, por lo que el insumiso debería estar siempre vinculado al que carece de voz y voto; sin embargo, los derechos no son piedra que podamos arrojarnos, de la misma manera que ser rebelde no puede consistir solo en autoidentificarse como oprimido sino luchar en conciencia por la defensa de los que necesitan un cambio, nos queden lejos o cerca. No creo que la rebeldía signifique que, si pierdo en un juego, vaya a romper el tablero; sino en aceptar el resultado de la partida si acepté jugar en su momento, o asumir que hay cosas en la vida que no se pueden apostar a los dados.

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