Afectados por el síndrome de Caperucita

14 jul 2017 / 11:09 H.

Era necesaria la reciente polémica en torno a los terrenos del Museo Ibero? ¿Podría haberse solucionado con una par de llamadas de teléfono entre representantes de las administraciones implicadas? ¿Había algún interés político detrás en el hecho de calentar el ambiente? ¿Por qué lo que se prolongó durante varias semanas, con tensión “in crescendo”, finalmente se solucionó en un rato, y todos tan amigos? Estas y unas cuantas preguntas más me rondan en la cabeza y me llevan a reflexionar sobre los manidos usos y costumbres de la política más cercana que tan solo conducen a demoras innecesarias y pérdidas de tiempo. Lo que a los ciudadanos nos importa es poder ver cuanto antes el museo abierto. Ha llovido tanto desde que la entonces consejera de Cultura de la Junta, Carmen Calvo, se disfrazó de íbera ante las puertas de la vieja cárcel que a veces no sabemos si realmente ocurrió o fue solo un sueño... ha pasado tanto. Por eso, a pesar del acuerdo, leer el titular “Las instalaciones no estarán a pleno rendimiento antes de 2019” exaspera y desespera. Será que padecemos el “síndrome de Caperucita” y siempre tomamos el camino más largo. Pero, ¿quién es nuestro lobo? Esa es la cuestión.