Adiós a un gran profesional

21 jun 2017 / 12:07 H.

Los cuarenta grados a la sombra no echaron ni un alma atrás. Más de 200 personas nos reunimos en una fiesta entrañable, en la que el calor humano superó al tórrido calor de las tres de la tarde. Trajeado pero informal, el pelo canoso pero el mismo gesto de siempre, que habla de complicidad y cariño, Amador iba repartiendo abrazos a la concurrencia. Celebrábamos su jubilación. No una jubilación normal, como la que se celebra entre compañeros y más íntimos para despedir al colega que cuelga las botas, no. O sí, porque lo que es excepcional es que haya tantísimos compañeros y tantos íntimos añadidos a la familia, que hayamos querido y podido acompañar a un traumatólogo en su despedida. A todos nos une el sentimiento de querer agradecer haber tenido siquiera la oportunidad de compartir algo con la humanidad de don Amador. Ahí está la clave de esa excepcionalidad: en la personalidad del homenajeado. O tal vez sería mejor decir en la gran persona que es Amador Córdoba, y García por su madre. Él mismo lo apuntó en su discurso: “Cuando era pequeño los maestros le decían a mis padres que yo era trabajador y cariñoso. Estas dos facetas han marcado mi vida”. En Amador se unen la profesionalidad con ese otro rasgo que hace mejor a un buen médico: tratar al enfermo con la cercanía, la sencillez y la asequibilidad de un amigo.

Después de una comida digna del evento y de escuchar las conmovedoras palabras de sus compañeros, tomó la palabra todavía emocionado y fue desgranando agradecimientos, consejos y parabienes entre presentes y ausentes, desde sus compañeros hasta sus nietas, con detalles propios de esa buena persona por la que él aboga con que se le recuerde y a buen seguro se le recordará.

Se va un gran médico y lo echaremos de menos, pero queda el amigo. Ojalá por muchos años, porque es difícil restarle tanto a él como a su familia algún epíteto que se asocie a la amistad con mayúsculas. Siempre dispuestos al consuelo y estando cuando hay que estar. Lo resumo en la emoción del abrazo de despedida del homenaje que para mí también lo era a la amistad.