Abanicos de colores

14 abr 2018 / 10:36 H.

Dicen que de abril a abril vuelven las aguas por donde solían ir. Basta con salir un poco al campo y comprobar lo cierto del refranero castellano. Las montañas se llenan y derraman agua por las grietas del pasado, como estallido de abundancia que arroja vida desde arriba hacia abajo. De las fuentes brota agua que corre por regueras, arroyos, y riachuelos. La tierra despierta, y bastarán algunos rayos de sol para iluminar de belleza, de colores y de vida los campos de Jaén.

Este año, los vientos húmedos oceánicos han ascendido el valle del Guadalquivir trayendo lo que llaman mal tiempo, que se traduce en más precipitaciones y, a la postre, más riqueza para la agricultura y el paisaje de la provincia. Al Oeste de la sierra de Cazorla, Segura y las Villas nace el Guadalquivir que lleva alegría al resto de Andalucía; y al Este, el nacimiento del Río Segura que hará lo mismo hacía el Levante. Generosidad de la naturaleza que no entiende ni de fronteras, ni de competencias autonómicas. Las precipitaciones medias en nuestra provincia son de unos quinientos litros por metro cuadrado por año hidrológico, que va de octubre a septiembre. A mediados de abril ya hemos superado esta media, lo que nos viene fenomenal no solo para la economía sino para reponer los embalses de agua que estaban en una situación precaria. A pesar de lo positivo que genera la lluvia, no nos acostumbramos a estar cuarenta días, con sus cuarenta tardes y noches metidos en casa, mirando cristales mojados, cielos grises y colinas nevadas.

Pero, como si de un milagro se tratara, amanece sin nubes este catorce de abril, después de que anoche sonara música celestial en el Infanta Leonor, en la final del 60 Premio Internacional de Piano, dejando atrás el episodio escandinavo en los bosques del sur. Y sale el sol en son de paz haciendo agradable un día en que “Hay Toros” en el coso de la Alameda. Carteles mojados, pero arena seca en el ruedo, con motivo del XVIII Festival Taurino a beneficio de la Asociación Española Contra el Cáncer, donde se dan cita, entre otros, Enrique Ponce, Cayetano Rivera y El Fandi.

Solidaridad y afición taurina se juntan en un festival que permite dar algo de uso a esta hermosa plaza de toros. Una vez más se demostrará que en nuestra provincia hay cultura taurina y, probablemente, hoy se multiplicarán por diez los asistentes a la final del premio internacional de piano. Se aparcan, por un momento, el debate por la pasión televisiva del fútbol europeo, para volver a recordar y revitalizar cuál es nuestra fiesta nacional. Con diez mil quinientos espectadores, la plaza de toros de Jaén es de las de mayor capacidad de España y, curiosamente la primera de Andalucía con cubierta, que no pudo resistir los empujes del impetuoso viento de Jabalcuz.

Si bien las corridas de toros han disminuido considerablemente en los últimos años, el número de festejos taurinos se ha incrementado por encima del treinta por ciento. Sorprendería a muchos la influencia de la cultura del toro en el PIB de la provincia de Jaén. La explotación de fincas ganaderas ha permitido crear empleo y conservar los espacios naturales de Jaén, principalmente en la comarca de El Condado. Destacan igualmente las escuelas taurinas de nuestra provincia, con elevada reputación a nivel nacional. Al oleoturismo, al paisaje del olivar, a la tierra de los íberos, a los campos de batallas y ruta de los castillos, se le une como fortaleza turística de nuestra provincia, la cultura del toro. Una oportunidad que, con adecuadas medidas, se debería fomentar. Jaén, tan mojada como agrietada, tan republicana como monárquica, tan divina como humana, tan animalista como taurina, tan de piano como de Sabina, tan rica y tan pobre. Que diversidad más emocionante, “puerta grande, o enfermería”.