A Jaén pastores

24 dic 2017 / 11:14 H.

Como canta el viejo villancico sobre Belén, pero nunca entendiendo que pudiéramos ser un rebaño de elemental acarreo y probada mansedumbre. Y pastores de buen hacer, buena voluntad y reconocida valía. Pastores de noble guía, que velaran por las sendas más seguras y francas para nuestros pasos, pastores de adiestrado cayado, y nunca de arbitrario bastón de mando, pastores de zurrón abierto y vianda compartida, que nos dieran a conocer el pesebre, evitando ponerlo en alto. En fin, lo que debiera entenderse simple y llanamente como buenos pastores. Lo que ocurre es que en estas “fechas tan señaladas”, uno no puede evitar ponerse un tanto tierno, algo abierto a la ilusión, acogerse a las esperanzas que se van perdiendo durante todo el año, y pensar que alguna vez, en algún momento nuestros políticos de toda índole y condición, se asemejaran un mínimo a estos pastores que estoy idealizando. En Jaén ya se está pidiendo en las calles que nos merecemos más, y por lo que se barrunta habrá que seguir haciéndolo, porque a pesar de belenes y espíritus navideños, sigue habiendo un importante número de “politiquillos zafios, con orejas kilométricas y uñas de gavilán”. No obstante, sería muy conveniente para nuestros estados anímicos, seguir creyendo en los Reyes Magos de Oriente, Poniente, Occidente, o de donde quieran venir, porque si no perderemos lo mejor que aún nos pudiera quedar de niños y anclarnos más pronto que tarde en los achaques de la vejez.

A Jaén chiquitos, como sigue el villancico, que faltan nos van haciendo. Estamos perdiendo población durante seis años, y se conoce que de momento no tiene visos de cambiar. Muchos de nuestros hijos tienen que marchar a buscarse el zurrón a otra parte, y aquellos que pudieran venir, ya no vienen, porque quizás miren con recelo aquella tierra que los dejo ir a otros pastos más fértiles y duraderos. La población envejece y los neonatos son pocos, signos más que evidentes de que algo no está funcionando, y que con estas condiciones es poco probable que nos nazca el rey de los angelitos. Nuestro Jaén viviente sigue montándose con más funcionarios que ovejitas lanosas, y en el portal de Jaén no hay buey ni mula que nos den calor. Pero a riesgo de ser ingenuo, deberíamos seguir esperando con nuestras zambombas y panderetas que la estrella que guió a los monarcas, nos guie a nosotros también, que seamos bienvenidos al pesebre, y en la medida de lo posible y aceptable olvidemos a los pesebristas, o los cambiemos por auténticos belenistas.