Una devoción patente en verano

Los cazalilleros se vuelcan con la procesión de San Blas y Virgen de la Cruz

16 ago 2018 / 12:01 H.

Ya lo dice el refrán: “Por San Blas, la cigüeña verás”. Y algo debe tener el agua cuando la bendicen. La torre de la parroquia de la Magdalena de Cazalilla, donde tiene su sede el patrón San Blas, la corona, desde tiempo inmemorial, un nido de cigüeñas cuyos inquilinos, para los cazalilleros, son una parte intrínseca de su espacio aéreo. De hecho, las aves permanecen casi todo el año. Una vinculación que queda patente en la veleta del Ayuntamiento, también coronada por la silueta de dos cigüeñas.

La devoción a San Blas se remonta siglos atrás, cuando los cazalilleros se encomendaron al santo para que los librase de una epidemia y, como los libró, no dudaron en acogerlo como patrón. Es muy fuerte esa devoción que se mantiene año tras año y eso queda patente en la procesión de los dos patronos, San Blas y la Virgen de la Cruz. Una tradición reciente, pero que desde que se instituyó, a comienzos de la década de los 80 del siglo XX, está muy arraigada en Cazalilla. El origen está en los emigrantes que cada año veían con impotencia no poder acudir a las fiestas de sus patronos, San Blas en febrero, y la Virgen de la Cruz, en mayo.

La procesión, como no podía ser de otra forma, tuvo un gran respaldo vecinal, ya que fueron muchas las personas que acompañaron a las imágenes durante su recorrido. Dos tallas policromadas que fueron portadas en andas por el grupo de costaleros, devotos y vecinos. La imagen de San Blas, obispo de origen turco del siglo IV, llevaba en su mano derecha dos rosquillas, y en la izquierda el báculo con medio centenar de cintas de colores con peticiones y agradecimientos. Durante todo el recorrido sonaron las marchas de la Asociación Musical Ortega y Cortés de Lahiguera, dirigida por Francisco Pérez Cano, que tocó el “Himno de España”, tanto a la salida como a la entrada y marchas como “A la voz del capataz”, Aniversario macareno” o “Lágrimas de San Juan”. Sin duda, el momento más vistoso y emotivo fue el encuentro de los dos patronos en la Plaza de la Constitución, justo antes de recogerse en el templo. La gente no dejó de gritar vivas a las dos imágenes.