La procesión culmina las fiestas en su día grande

La imagen de la Virgen de los Desamparados recorrió en andas las principales calles del municipio serrano, acompañada por fieles y la Banda de Cazorla

29 ago 2018 / 12:01 H.

La tragedia debió mascarse y el aire fresco y limpio de la sierra, en las postrimerías de la primavera, a los vecinos de La Iruela, de hace poco más de 200 años, se le debió volver denso y amargo, con la impotencia de quien, sin comerlo ni beberlo, se ve de protagonista en pleno martirio. El 4 de junio de 1810, fue un día negro para La Iruela. Las tropas francesas del ejército napoleónico prendieron fuego a la ermita de la Virgen de los Desamparados, con 27 personas dentro, o lo que es lo mismo, 26 mujeres y un niño. También quemaron, como recuerda el alcalde, José Antonio Olivares, el castillo y todos los monumentos importantes del municipio, incluida la iglesia renacentista de Santo Domingo de Silos, obra de Andrés de Vandelvira.

La barbarie no tuvo perdón de Dios, como reza el dicho popular. Con el tiempo, los irolenses, resteñaron sus heridas del alma y de la autoestima, tomaron aún una mayor conciencia de pueblo y corrieron un denso velo sobre la memoria colectiva, para reforzar su devoción por la Virgen de los Desamparados, patrona de un municipio que, hoy por hoy, con sus 2.836 plazas hoteleras, es el más turístico de la provincia de Jaén.

Una devoción que culminó en la tarde-noche de ayer con la procesión de la imagen de la Virgen de sus anhelos, la de los Desamparado. La comitiva salió de la iglesia parroquial para recorrer con devoción y recogimiento algunas calles principales del casco urbano, como la calle Corredera, la Plaza de El Cerrico y la Avenida de Andalucía. La salida de la parroquia de la Inmaculada Concepción se produjo en torno a las 20:30 horas, y fue recibida por la Banda Municipal de Música de Cazorla, que también la acompañó durante el recorrido con diferentes marchas procesionales. Cuando la procesión llegó al final de esta vía, que enlaza prácticamente con la carretera de Cazorla y de la sierra, dio media vuelta y desandó el camino hasta llegar de nuevo a la parroquia, donde la imagen permanecerá un tiempo hasta que se acaben las obras de restauración de su ermita. “El amor que los vecinos siente por la Virgen de los Desamparados es muy generalizado y eso, como podemos ver, se palpa en la procesión”, comenta el alcalde.

A mediodía hubo una fiesta religiosa en la iglesia, donde se encontraba la imagen de la Virgen. Aunque la procesión de anoche era la más importante, el día 26 se celebró otra, de menor entidad, pero con igual devoción, con el traslado de la imagen desde su ermita la parroquia. Lo hizo vestida con el traje típico de hortelana, porque el origen de esta devoción está en los hortelanos que tienen sus pagos en las proximidades de La Iruela. Aunque, como precisa la andera Dolores Moreno “hoy día ya apenas quedan hortelanos, pero seguimos disfrutando cada año de nuestra Virgen”. La imagen lucía un manto de tisú de oro, con bordados dorados, de color crema o champán, que lo confeccionó con sus propias manos, paciencia y saber hacer Rosario Caravaca García y se lo regaló a la patrona.

Por lo demás, la imagen iba en un humilde templete de madera, con una sencilla ornamentación floral y portada por seis mujeres durante toda la procesión.

Como día grande de la Feria y Fiestas de La Iruela, además de la procesión, uno de los actos que más éxito cosechó fue la gran paella gigante con la que la Concejalía de Festejos obsequió a todos cuantos se encontraban, a la 1,30 de la tarde, en la Plaza de la Constitución que, en esos momentos era el epicentro de la fiesta y donde también hubo degustación de platos tradicionales.