Éxito de Olivares Vivos en la cría de 14 lechuzas en Úbeda

El programa de reintroducción de esta rapaz comenzó en junio

30 ago 2018 / 12:06 H.

Sobre el olivar se vio a la lechuza volar y volar”. Con aquellos versos de Antonio Machado debían ser otros tiempos porque, en los últimos que corren, el inmenso bosque mediterráneo que es el agro jiennense, lleva visos de ser un páramo faunístico. Ese descenso en algunas especies de aves, como la lechuza común o blanca (Tyto alba), llevó a SEO/BirdLife a reintroducir, para su recuperación y reforzar su población, a 14 pollos de esta rapaz nocturna en un gran pajar situado en el cortijo de Conde de Guadiana, en el olivar Castillo de Canena, en el término municipal de Úbeda. SEO/BirdLife coordina el proyecto Life, en el que se incluye la acción “Olivares Vivos”, y dentro de las 38 acciones que lleva a cabo, la reintroducción de la lechuza en el olivar jiennense es uno de ellos.

José Eugenio Gutiérrez, delegado de SEO/BirdLife en Andalucía y coordinador de Olivares Vivos, manifiesta que los 14 pollos de lechuza común se trajeron, con un mes de edad, de instalaciones del centro de cría en cautividad de la Comunidad de Madrid y del Centro de Recuperación de Especies Amenazadas de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía. “Hemos tenido en cuenta que no se dé consanguinidad en los ejemplares para que no haya problema cuando formen parejas”, precisa. De momento, añade, el proyecto ha sido un éxito, porque los pollos han crecido sin ninguna baja y ya salen al exterior. “La lechuza, que como dice el poema de Machado, formaba parte del olivar, pasa por una difícil situación en Andalucía en general, donde se ha vuelto muy rara”. Los motivos de su desaparición, dice, son la falta de presas, sobre todo pequeños roedores, “y porque muchos cortijos se han abandonado y están caídos”.

Cajón de cría. Los pollos se han criado en un cajón. José Eugenio Gutiérrez, explica: “El programa consiste en meter a los pollos de lechuza en un cajón de cría, donde se les da de comer por una trampilla para que no te vean, pero que nos permite a nosotros poder observarlos. Una vez crecieron, ellos salen y regresan. Es un pajar idóneo, con una gran amplitud. Les colocamos unas vigas de madera a una altura considerable y allí se posan y se ejercitan para el vuelo”. La prueba del millón fue cuando se les abrió la puerta que da al exterior. Las lechuzas salieron a explorar el entorno y a realizar sus primeras cacerías de roedores, “pero siempre —matiza José Eugenio Gutiérrez— tienen comida disponible”. La respuesta de los animales ha sido todo un éxito, añade: “Una vez formen sus propias parejas, pelearán por el territorio y se expandirán por el olivar”. El coordinador del proyecto subraya que las lechuzas desempeñan una función fundamental en la agricultura y al medio rural, por el control que hacen de los roedores. “En algunos lugares hay problemas por los topillos y las lechuzas son una gran ayuda en el control de plagas y de roedores”. Mediante la técnica de la cría campestre controlada o “hacking”, los 14 pollos de lechuza completaron su desarrollo en el amplio pajar anexo al cortijo que da nombre a la finca y que la familia Vañó, ha cedido para el proyecto. Junto a los técnicos de Olivares Vivos, colaboran los propios trabajadores de la finca Cortijo de Guadiana, que han ayudado durante todo este proceso a la alimentación y vigilancia de estos ejemplares jóvenes. Dicha técnica consiste en la cría controlada en la que se evita el contacto con los cuidadores, quienes se encargan de su alimentación y de su seguridad hasta que estas rapaces nocturnas comienzan a cazar y se independizan por completo por su cuenta. El Cortijo de Guadiana de Castillo Canena fue seleccionado como olivar demostrativo por el Proyecto Life Olivares Vivos.

Una ventana abierta al exterior

A comienzos del mes, cuando los técnicos del Proyecto Life Olivares Vivos estimaron que las 14 jóvenes lechuzas, de cría campestre controlada, estaban listas para salir al exterior, se les dejó abierta una ventana a una altura lo suficientemente elevada como para evitar la entrada de algún posible depredador. Desde ese momento comenzó su etapa de independencia. Las lechuzas ya pasan buena parte del día fuera del pajar y regresan para descansar y alimentarse.