Miles de devotos visten de flores el manto de La Morenita

Los andujareños tomaron las calles y hacen cola para ofrecer sus presentes a la patrona

26 abr 2019 / 11:49 H.

Los cohetes se convirtieron en el despertador del jueves de Romería. Alrededor de las ocho y media de la mañana, las banderas de la Real e Ilustre Cofradía Matriz comenzaban su tradicional desfile por las calles céntricas de la ciudad. El cortejo romero partía desde la casa de la hermana mayor, en el Altozano Canillas. Desde ahí, y al son de pasodobles alegres, los altos damascos de la Hermandad Madre inundaban la calle Ollerías, hasta llegar a la casa hogar de Caritas “Andrés Cristino”, en la que sería la primera visita de la mañana. Fueron momentos de emoción al llegar a este punto, donde innumerables recuerdos cautivaron las mentes de los presentes. Tras desearle una feliz fiesta a los usuarios y trabajadores del centro, las banderas jubilosas ponían rumbo a la casa hogar de San Rafael y San José de la Montaña, establecida en la calle los Civiles, donde los niños y niñas que allí cursan sus estudios comenzaron su desfile, ataviados para la ocasión, incluso con unas andas donde procesionaba una imagen de La Morenita. La Plaza de Abastos sería el siguiente lugar donde la hermana mayor de la Cofradía alzaría su voz y su cetro de plata para expresar su júbilo por el amor que radia hacia la Virgen de la Cabeza.

La residencia de ancianos “San Juan de Dios” fue una de las visitas que hicieron las banderas en la mañana. Lo hacen con más cariño, pues las personas mayores que allí residen rememoran años pasados y la emoción es palpable, más aún cuando las banderas bailan al son del pasodoble “Andújar”, interpretado por la banda de música “Maestro Amador”, justo antes de marchase el cortejo. La Venerable Hermandad de Nuestra Señora de las Angustias acompañó a las banderas en solemnidad, hasta el altar donde se encuentra su titular, para rezar una salve junto a las hermanas que asisten a los mayores en todas sus necesidades.

El colegio “Virgen de la Cabeza”, anexo al templo donde se venera la imagen vicaria de la cofradía, fue testigo del tremolar de las grandes banderas, al son de la música y de los “vivas” a la Virgen de los allí presentes. Una vez en la calle de nuevo, y al paso por “El Peso de la Harina”, los cohetes volvieron a estallar en el cielo para que las banderas se adentraran en los jardines de la plaza de la Constitución y visitaran el hogar del pensionista. Sus usuarios esperaron con alegría este día y prepararon una actuación para el acto.

El colegio Inmaculada Concepción “La Salle” fue el último destino de la romería, cerca de las dos de la tarde, recibiendo a las insignias de las Hermandad Matriz y en viviendo las últimas horas de vísperas para la ofrenda floral de la tarde que inundaría las calles.

OFRENDA. La calle era fiesta. La ciudad se convirtió en el pueblo que algún día fue. Los que se fueron volvieron, pues en la jornada de ayer la imagen vicaría de la Virgen de la Cabeza surcó las calles de la ciudad hasta ser entronizada en la plaza de España para recoger las ofrendas de su miles de devotos. La lluvia, que amenazó unos minutos antes del inicio del traslado, paró para que “La Morenita” pudiera salir a las calles en todo su esplendor y para el júbilo de las miles de personas que se agolpaban a lo largo del recorrido.

Alrededor de las siete y media de la tarde, las banderas de la Real e Ilustre Cofradía Matriz anunciaron por la calle Ollerías que sus humildes y grandiosas andas recorrían los últimos metros para salir a las calles. Bajo los varales de “La Morenita”, anderos, abanderados, cofrades y devotos, con gran emoción, alzaban al cielo a la patrona de la ciudad una vez cruzado el dintel de su puerta.

En un tranquilo traslado, sus portadores acercaron a la imagen de la Virgen hasta las puertas de la residencia de “San Juan de Dios”, donde sus ancianos, con ojos enlagrimados, se persignaron al paso de la imagen. En el cruce entre calle Ollerías y la Plaza de la Constitución, los anderos bailaron a la imagen aprovechando el espacio que permitía el encuentro de ambas calles, dando vueltas y sacando los aplausos y vítores de los allí presentes. El último punto de mayor emoción fue al pasar bajo el arco: varios anderos mostraban lágrimas en sus ojos; otros trataban de contenerlas; todos alzaron a la patrona al cielo. Una vez culminada la procesión, “El Mercao” llenaba su aforo y una fila interminable de romeros esperaron su momento para depositar su ramo floral a la Virgen de la Cabeza. Poco a poco, el tapiz que comenzó a cubrir gran parte de la fachada del edificio del Ayuntamiento; y, mientras se completaba, la noche caía sobre la ciudad.

No quedaba una calle sin alegría, sin fiesta; ni una plaza sin una mujer ataviada de flamenca, con hermosos vestidos y flores en su cabellera; ni un rincón sin que alguien no luciera una medalla de la Virgen de la Cabeza.

Andújar se convirtió en romería y se vistió de fiesta para vivir intensamente uno de los días grandes de la patrona. Un día intenso que fue tan solo el preámbulo a lo que queda por delante: jornadas de devoción y alegría.