Un viaje, sin miedo, a Lublin

Tras varios infortunios, Manuel Calzado decidió emprender un viaje que le ayudase a crecer tanto personal como profesionalmente. Por ello, se marchó a Polonia, donde trabajó como profesor de inglés y español con niños y adultos

19 ago 2018 / 16:54 H.

No hay que tener miedo a realizar un cambio en la vida, por muy difícil y duro que pueda parecer”, dice Manuel Calzado, un jiennense que tomó la decisión de marcharse a Lublin (Polonia) para crecer y afrontar, con otra cara, la situación y realidad que le tocó vivir. Así, lleno de valor y esperanzas, hizo sus maletas un 11 de noviembre de 2016 para coger un vuelo de ida a la ciudad polaca.

Fueron varias las razones que motivaron a Calzado a marcharse de Jaén. Tenía, por aquel entonces, 25 años. Acababa de finalizar la carrera de Filología Inglesa y el máster de profesorado. Y, aunque se presentó a las oposiciones para profesor, no consiguió aprobarlas, por lo que se quedó en desempleo. A esta situación se sumó la repentina muerte de su padre justo un mes antes del examen a las oposiciones. Los médicos le detectaron cáncer, sin embargo, fue tan agresivo que, en menos de tres semanas, Calzado tuvo que decirle adiós. Su padre tenía tan solo 56 años cuando falleció el 23 de mayo de 2016 y Calzado comenta que el verano se presentó como una época en la que lo pasó fatal, ya que no podía parar de recordar lo sucedido. Sin embargo, pensó que su vida no podía resumirse a eso, que debía seguir adelante y encontrar un camino que le ayudase a superar todos los baches que le puso el destino. Y en su búsqueda encontró la opción perfecta: dar clases de inglés y español en Polonia. “Pensé en probar e irme al extranjero, ya que esto me iba a venir bien en todos los sentidos, tanto a nivel personal como profesional”, explica Manuel Calzado.

Unos años antes, colaboró en un voluntariado de una organización en Cracovia, donde pasó unas semanas y pudo comprobar que le gustaba ese método. Por ello, volvió a informarse en esta misma entidad, donde vio que necesitaban a alguien para trabajar como profesor de inglés y español en Polonia, y no se lo pensó. “Estuve trabajando un tiempo en la organización y, como veía que valía para eso y los estudiantes me apreciaban bastante, decidí echar el currículum por algunas escuelas de allí y me llamaron”, declara. Sobre esto, Calzado asegura que su experiencia en Lublin fue muy buena, aunque confiesa que también tuvo momentos muy malos. “Fue una etapa muy dura. Pasé de que mi padre estuviera bien a que, de un momento a otro, se fuera”, indica. De hecho, expone que muchos de sus amigos le han dicho, alguna que otra vez, que lo admiran por haberse ido tan solo seis meses después de lo ocurrido a su padre. “Muchos me dicen que ellos no habían podido irse solos a trabajar en un momento así. Pero el ser humano, cuando peor se ve es cuando más valor le echa. Por eso tomé la decisión”, subraya. Admite que irse a Polonia le ayudó muchísimo. “Me hizo hombre. Me hizo la mili”, bromea, ya que pasó de vivir con sus padres y de no preocuparse de nada a independizarse, vivir solo y buscarse la vida y su trabajo.

Cuanto terminó todos sus contratos como profesor en Lublin cuenta que todos sus alumnos acabaron muy contentos con su trabajo. Tanto que, cuando volvió hace unos meses a Jaén, su anterior jefa le pidió que volviera y apunta: “Es algo que me estoy pensado, de hecho, creo que volveré en octubre”. Cuenta que volvió a España para hacer de nuevo las oposiciones y que, esta vez, se quedó en la bolsa, por lo que puede que le llamen para el curso siguiente. Y, como tiene un año de por medio, piensa que le vendrá bastante bien otro año más en el extranjero al ser profesor de inglés. Eso sí, destaca que su futuro está en España, ya que dice que la educación está mucho mejor aquí que en el país polaco.

Lucha por facebook

La aventura de Manuel Calzado comenzó nada más apuntarse al programa de la organización ya que para acceder a la oferta de trabajo en Polonia tenía que hacer un previo pago de 300 euros. Sin embargo, se podía ahorrar este dinero y el del billete de ida si subía una foto tuya con el plan de la organización a Facebook y era la persona más votada. Compitió con unas diez personas más y rivalizó, sobre todo, con una chica de Barcelona. Pero, afortunadamente, sus paisanos Santi Rodríguez y la cuenta Condón de Jaén le echaron un cable. “Les pedí que me hicieran un favor, que me quería ir a Polonia a trabajar, para que me dieran la máxima difusión posible y que la gente me votase. Y ambos me ayudaron y me dieron un montón de difusión, fue increíble y me ayudaron a ponerme las pilas”, dice Calzado, quien superó más de los 500 votos. “Fue una semana en la que no podía ni dormir”, comenta.

El Interés por España

Una vez que terminó su contrato con la organización Aiesec Granada, dio clases en dos centro polacos tanto a adultos de hasta 60 años como a niños de 7 que querían aprender español. “Es una experiencia muy enriquecedora, porque he podido ver todos los niveles y las diferencias entre ellos”, señala. La diferencia básica Calzado expone entre ambos es que los más jóvenes lo pillan todo al vuelo, pero siempre están hablando y distraídos; mientras que a los más mayores les cuesta más, pero ponen un gran interés. Indica, además, que hay muchísima disposición en Polonia por aprender español.” Es una de las cosas que a mí me impulsó a quedarme en Lublin. Las ganas que tiene la gente de aprender español, porque les encanta todo lo que tenga que ver con la cultura española. Todo lo que envuelve a nuestro país”, dice.

Pros y contras
de vivir en polonia.
La buena educación frente al frío intenso
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Manuel Calzado destaca que Polonia es un país muy respetuoso. Asegura que hablan con un tono más tranquilo en lugares público y, además, son mucho más limpios. “A mí me chirría ver a gente tirar cosas al suelo, y esto no se ve en Polonia”, cuenta. Asimismo, expone que en el país polaco hay más educación, y más civismo. “Esto me duele decirlo, porque me gustaría que mi país fuera mejor. España es un gran país, pero los españoles no cuidamos de él”, declara. Lo negativo que saca de Polonia es el frío que pasa durante el invierno. Relata que, una noche de invierno de 2017 lo pasó realmente mal, ya que en Lublin llegaron a alcanzar los menos 25 grados. Aclara que sentía como si estuviera en una cámara frigorífica. “Me recomendaron comprarme unas mayas térmicas, porque me costaba andar, me dolían las piernas y los huesos. Lo pasé realmente mal, porque notaba que las piernas se me congelaban. Yo me tocaba el pantalón y eso estaba helado”, expone. Por ello, aconseja que, si alguien va a Polonia, “se compre un abrigo de pelo por dentro y unas buenas botas”.

Otoño, la época dorada
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Manuel Calzado se mudó a Lublin en noviembre, en la mitad del otoño polaco. Allí, esta estación se la conoce como “el otoño dorado”, ya que en Polonia las hojas de los árboles se tiñen de colores marrones y tonos oro. Sin embargo, el paisaje cambia mucho en unos pocos meses, una vez que llega el invierno todo se cubre de blanco.

El frío invierno polaco
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El frío invierno polaco es una de las cosas que más impactaron a Manuel Calzado, ya que soportó temperaturas de las 25 grados bajo cero. Por este motivo, la ropa térmica acabó ocupando la gran parte de su armario. Según detalla, la temperatura tan baja le supuso un cambio cultural muy grande con respecto a España.

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En una de sus escapadas fuera de Lublin, Calzado visitó el campo de concentración de Austwitz en Birkenau, situado cerca de Cracovia. Este fue el segundo campo y el de mayor tamaño que se construyó (en 1942) y la función principal que se le atribuyó era la de exterminar a los prisioneros que entraban en él.

ciudades con encanto
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Zamosc es uno de los lugares que más gustó al jiennense, “Es pequeña pero bonita”, dice. Zamosc está a solo una hora de Lublin y la fotografía corresponde a la plaza principal. La ciudad, marcada por una antigua fortificación hecha para defenderse de los rusos y ucranianos, ofrece un nivel cultural “bastante interesante”.