Pasado que aún está enterrado

    23 abr 2019 / 17:02 H.

    El catálogo de la memoria histórica en Andalucía es un libro abierto que sigue vigente por los colectivos que luchan para mantener la memoria y, sobre todo, por familiares que se pasan el testigo para seguir batallando para recuperar los restos de sus seres queridos sobre los que cayó no solo el peso de la tierra, sino también el peso, más lamentable, del olvido. En este sentido, al actualización del mapa de las fosas en la comunidad mantiene un debate abierto sobre qué hacer con estos lugares, la forma de recuperarlos y atender así la petición de las familias. De un tiempo a esta parte, bajo el mandato socialista de la Junta de Andalucía se había reactivado —al hilo del trabajo de historiadores y colectivos que trabajan en recuperar la memoria— los trabajos de recuperación y, de otro lado, el cumplimiento de la ley en cuanto a la retirada de símbolos franquistas de los espacios públicos. Sin embargo, expresamente Vox quiere acabar con estas iniciativas e insta a sus socios de gobierno a dejar de subvencionar a estos colectivos y deja en punto muerto las investigaciones. Al margen de las lecturas políticas que este asunto tiene convendría llegar a un acuerdo de mínimos sobre el asunto capital en cuanto a las familias se refiere y que no es otro que el de rescatar de esas fosas comunes, siempre en la medida de lo posible, los restos de sus seres queridos. Este debería ser un mandato de sentido común y de derechos humanos básico para preservarlo de la diatriba política. En la provincia se encuentran 28 fosas con más de 2.000 víctimas estimadas y de ahí la importancia para que se mantengan en el mejor estado de conservación posible y acceder al deseo de las familias que reclaman pruebas y cadáveres.