Bota, bota

    14 dic 2017 / 08:46 H.

    El origen del tenis se remonta a los deportes árabes más antiguos, haciéndose popular en Francia en el siglo XI como un deporte de los monjes y de la nobleza. Se extendió a finales del siglo XVIII en Europa, usando en estos inicios pistas de hierba natural y, poco a poco, se fue haciendo un deporte universal. En la sociedad actual, también podemos vislumbrar muchas pelotas, y no solo en las pistas de tenis. Las que sirven de aguante para muchos de los españoles aficionados a la paciencia. Nada que ver esas pelotas primerizas de tenis, confeccionadas en cuero, con estas otras hechas con la más noble entereza del ser humano. Paciencia ante un sistema que mueve sus pelotas a su antojo, donde los perdedores acaban siendo la multitud. Pero al final se caza a un mal jugador por tramposo y acaba siendo expulsado del juego, o eso se espera. Mientras tanto, otros siguen manteniendo el tipo y las “pelotas” en la vida real, con humildad y en otro campo de batalla, demostrando que, solo un gran jugador, aplica las reglas del juego como son; con el poder y la fuerza de una multitud que concluirá con la esperada final. Y es que el trofeo no reside en el poder de unos pocos, sino en la victoria compartida de una multitud satisfecha.