Vino y rosetas

    12 ene 2018 / 08:46 H.

    En la ciudad ajena ha surgido una comuna anarquista que lee a Noam Chomsky, escucha a John Cage y sueña con la posibilidad de abandonar la irreflexión y la superficialidad. Cómo haya proliferado es un enigma; tal vez solo se trate de gente agazapada más allá de las horas. Para alcanzar su propósito no van a poner barriles de pólvora en los sótanos del Parlamento y han urdido un plan más modesto: pretenden correr la San Antón de espaldas y en sentido contrario a la marabunta. Llevarán puestas máscaras antisistema al cogote. Sirva de aviso para la vanguardia de la carrera. Y, al terminar... ¡a las hogueras! Allí leerán a viva voz versos del Sin esperanza, con convencimiento de Ángel González, a quien admiran porque siempre hizo lo que le dio la gana (literariamente, al menos; cuántas personas pueden presumir de haberlo conseguido aunque sea en una esfera de sus vidas) Entre océanos de vino y montañas de rosetas, el grupo confía en que será vitoreado y la gente derramará lágrimas al saber que se les ha pasado el décimo aniversario de la muerte del poeta, que se cumplió un día antes del acontecimiento deportivo. O sea, hoy. “Y mañana será otro día tranquilo/un día como hoy, jueves o martes,/cualquier cosa y no eso/que esperamos aún, todavía, siempre.”