Porque me gustan las cerezas

23 jun 2018 / 10:35 H.

Los que vivimos aquella maravillosa época de la movida de los 80, más bien por los 90, recordaremos al dedillo, y con cierta nostalgia, la mayoría de las letras de los grandes éxitos de aquellos grupos nacionales. Algunos con discos de vinilo, y otros con cintas TDK que rebobinábamos con la ayuda de un bolígrafo bic hasta encontrar la pista deseada, escuchábamos y cantábamos desgañitándonos las canciones de “Héroes del Silencio”, “La Unión”, “Alaska y Dinarama”, “Los Secretos”, o “Loquillo y los Trogloditas”. Ídolos eternos para todos los gustos que marcaron nuestra adolescencia y que hoy las nuevas generaciones tachan de vejestorios, puretas o del siglo pasado. Ahora agitan la cabeza en vez de las caderas, a ritmo de hip hop, rap, shoegaze, o dreampop. Algún día valoraran aquellos artistas como hoy hacemos lo de la EGB con Raphael o Los Brincos. “Barricada”, “Extremoduro”, “Pabellón Psiquiátrico” o “Siniestro Total” combinaban el rock más duro con las más románticas baladas y lograban abrazar a los más rudos del barrio alzando sus mecheros, y gritando “Still Loving You”. Con esa nostalgia, y sustituyendo mecheros por smartphone cargados a tope, esta noche se revivirán momentos entrañables con la 25 edición del Lagarto Rock. Vuelve este evento que tan buenos recuerdos nos dejó en el pasado. Difícil de olvidar el “Lagarto Rock” del año 87 en la plaza de toros con “Barón Rojo”, “Aviador Dro”, y “Danza Invisible” entre otros. Este año, como artista invitado, el patriarca del Rock Urbano, Rosendo, nuestro Bruce Springsteen que seguro emocionará a los presentes con “Maneras de Vivir”, todo un himno para los que recordamos aquella paloma blanca del Mundial del 82. Al que fue fundador de la mítica banda “Leño” le acompañarán en esta noche mágica de San Juan “El Gran Oso Blanco” y “Ambolias”. Antes, actuarán los finalistas de este certamen que atrae a bandas noveles de toda Andalucía como “John Doe” de Córdoba y “Terral” y “Mitad Doble” de Málaga. Otra de las bandas míticas de aquella época, Los Ronaldos, sacaban la lengua y cantaban “porque me gustan las cerezas, me gustas tú”. Una relación directa, proporcional, inexplicable e irrefutable entre el deleite por esta fruta y ese sentimiento de atracción por la otra persona. Nunca sabré si tenía algo que ver el rabito de la fruta, el huesito de dentro o por el rojo pasión, pero ciertamente no les falta razón si tenemos en cuenta lo exquisito de este dulce que al inicio del verano saboreamos. Procedentes de la Sierra Sur o de Sierra Mágina, se muestran en los puestos de fruta de mercados de abastos o de las tiendas del barrio esas cajitas de dos kilos de brillantes cerezas. Como para no enamorarse. Nos echamos un par a la boca y suspiramos un “no sólo de aceite vive Jaén”. Las explotaciones de cerezos necesitan de apoyo tanto en su cultivo como en la comercialización de su producción. Varias cooperativas y asociaciones se agrupan para defender intereses y llevar el producto de calidad a los más exigentes consumidores. La provincia necesita desarrollar cultivos alternativos al olivar, y desanclarse a esa dependencia, a sus vecerías y a sus caprichosos vaivenes del mercado. Son actividades que generan empleo y riqueza en zonas con menos rentabilidad del olivo, convirtiéndose en una oportunidad para muchos municipios. Es clave trabajar en la marca “Cerezas de Jaén”, y no caer en el error de competir entre nosotros mismos como con el aceite. “Besarte es como comer, naranjas en agosto, y cerezas de Jaén”.