¿Perdón?

    23 abr 2018 / 09:07 H.

    Hay malotes con y sin, como la cerveza, con conciencia y sin conciencia, y dependiendo del tipo al que pertenezcan, así será la actitud consecuencia de sus actos. Volvámonos básicos para entenderlo bien. Malotes: cometen un acto malévolo, que no debería haberse hecho, a sabiendas de sus consecuencias y en plenitud de sus facultades, sobre todo psicológicas, dañando a una o varias víctimas –más los cientos del entorno–. Los hay que, tras cometer un acto impío, reaccionan inmediatamente, siendo consecuentes del dolo y daño causados. Póngame dos para llevar. Otros incluso pretenden restituir el perjuicio ocasionado, que se llene pues. Luego están aquellos que se esconden en casa a reflexionar, incluso piden ayuda a terceros, y llenan su cargador de conciencia. Desconfía y mantenlos lejos. También quienes se van con el convencimiento de que la víctima se lo merecía, el hecho era merecedor de cometerse o no quiso o pudo evitarlo. Fuera del bar. Y nos quedan los bien llamados hijos de p***. Hacen los actos, saben que están mal, no necesitan excusarse ni auto justificarse, y duermen mejor que usted y yo por saltarnos un semáforo amarillo. Se llaman terroristas. Y, al parecer, pasados unos años, quieren llenar el bar del grupo uno. Esos son, como dice mi mujer, “vamos, una joya”...