Pase usted delante

    04 abr 2018 / 09:35 H.

    La educación y los buenos modales, desde mi punto de vista, considero que son necesarios para poder vivir en sociedad. La seña de identidad personal es, en mi opinión, poseer una exquisita educación: ser puntual y no hacer esperar a la persona con quien se haya quedado; ceder el asiento al mayor, o a otra persona; permitir que alguien entre o salga antes que tú en un establecimiento; solicitar un perdón o presentar excusas cuando se considere preciso frente a una determinada situación en que uno haya podido equivocarse, hacer algún comentario desafortunado o haber herido a quien sea, de manera inconsciente. Inculcar este tipo de valores en las aulas, por ejemplo, es muy preciso. También, ¡cómo no!, educar en favor de la mujer, dándole el sitio que le corresponde en nuestra sociedad, hacer ver a nuestro alumnado que la violencia, venga de donde venga y sea de la índole que sea, es preciso erradicarla con la lucha diaria y la repulsa social, también subrayar que una opción sexual, religiosa o política debe ser respetada más allá de tener la misma opinión o no compartirla, porque en el respeto radica el saber estar y el que un ciudadano o ciudadana destaque en el nivel y la categoría que se requiere para poder vivir, insisto, en una sociedad moderna como la nuestra. Por eso me duele y me toca la fibra más sensible lo que tuvo lugar no hace muchos días en una reunión que mantuve con una serie de personas, de distintos gremios, en un hotel muy conocido de la capital jiennense. Delante de algunos amigos cedí el paso, y luego el asiento, con el indispensable, “por favor”, a una persona de sexo femenino. Esta amiga me recriminó en voz alta, aunque con cierto tono de broma, haber tenido una actitud machista hacia ella, y rechazó el segundo ofrecimiento, no así el primero en que me dio las gracias, muy educada. Intenté explicar, también con aire distendido, que mi actitud hubiera sido idéntica con una persona de sexo masculino, porque hay algo que va más allá y debe estar por encima del convencionalismo y/o del prejuicio, con indiferencia de ser hombre y mujer: se trata de la cortesía. Con todo, me invitó a tachar del diccionario otra la palabra: la de “galante”. Sin duda, me estoy haciendo mayor.