Nada cambia

    31 dic 2017 / 00:26 H.

    El resultado de las elecciones en Cataluña deja en evidencia la continuidad de los problemas. La enorme fractura social de un pueblo partido en dos pone de manifiesto aspectos que nadie ha intentado solventar. El primero, el fracaso de una Ley Electoral, convenida con Pujol, que otorga el poder a quien tiene menos votos y que ahonda en una seudodemocracia que permite que en determinados distritos proclives a la independencia se consiga acta de diputado con la mitad de sufragios que en zonas más españolistas. El segundo es la permanente instalación del odio entre paisanos que en solo contadas ocasiones se resolvió negociando. Las más de las veces se les dio voz a las armas. El tercero, el abandono de la educación en manos de muchos de los que enarbolan ese “España nos roba” o “tu papá guardia civil o policía es malo porque pega”, ha supuesto la emergencia de una gran parte de sociedad catalana fanatizada que no quiere someterse a más obediencia que al separatismo como única solución. En el camino han quedado cabizbajos socialistas, populares y podemitas porque de nuevo la paradoja de la nefasta ley va a permitir al otro gran perdedor, la CUP,tener en su mano la formación de un gobierno secesionista. Nada cambia a pesar del arrimón de Arrimadas a la miel amarga de un triunfo inútil.