Mejor... imposible

17 nov 2018 / 11:14 H.

En las postrimerías de la precampaña, el PSOE se citó con su historia bajo una puesta de sol en Doñana. La postal tenía una dedicatoria de calado, la del sabio de la tribu, Felipe González. “Hay que pactar”, sentenció. Sin poner reparos a las otras tribus huérfanas de poder, interpretó el humo y avisó de que no se pueden hacer remilgos de comensal quisquilloso, el menú postelectoral ofrecerá un único plato: lentejas. Así dejó escrito que no se puede “negar el pan y la sal” a los adversarios cuando tras el 2-D habrá que sentarse junto al fuego para dialogar, por más que amargue el vinagre.

Es lo que tiene ser Felipe González, el único en el PSOE que puede tirar a lo “Panenka”, parándose el tiempo preciso, como el Faraón de Camas, templando y esperando cómo se vencen para apuntar y alojar el argumento. Hasta las marismas se fue para arropar a la presidenta y candidata y, de esta forma, el PSOE andaluz logró una fotografía que vale su peso en oro. Una imagen icónica, de catálogo de moda política. De la pana al raso. Venga luego Pedro Sánchez o no. La marmita socialista tiene denominación de origen y está en el sur.

González sigue con un cartel casi inmaculado, no ya para el votante socialista que lo venera como un tótem inequívoco, sino para una masa informe de votantes volátiles, silenciosos o no, que hastiados de los enredos socialistas, después de casi cuarenta años de gobierno ininterrumpido, aún se paran y escuchan cuando él habla. Atienden en virtud a un magnetismo que no se mide en los sondeos del CIS, los cueza o enriquezca el que mueva el puchero. Así este castigado guerrero lanza, esporádicamente, sus aforismos y la audiencia escucha. Una parte del auditorio asiente y la otra critica la puerta giratoria, pero sopesan por dónde tira y estudian sus dictados. Con gafas de sol, a lo Jack Nicholson, sostiene que solo dice cosas de un “viejo que no se resigna, y porque no se resigna lucha”. Y así el “cascarrabias” arropa a una Susana Díaz, en plan Helen Hunt, y los dos como en “Mejor... imposible” se cuentan sus confidencias en conversaciones de mantel. Como aquella, andaba la presidenta en funciones sin el consejo de padrinos políticos, la distancia emocional y judicial la dejaban sin referentes cercanos y fue a la fuente inagotable del oráculo para reponer fuerzas en El Rocío y encomendarse a lo divino y a lo terrenal. Yo a las marismas y tú al Senado (Chaves) a declarar en el teatro bufo de las comisiones televisadas. Capítulo Eres.

La campaña ya está aquí, la de la aceituna también, y como aquella todo cambia y se moderniza. La pegada de carteles es ahora una puesta en escena íntima, onanismo orgánico, de mesa camilla y fotos para que conste. Solo falta que Amazon nos mande el cartel a casa personalizado por el candidato, todo se andará. Difícil innovar en un camino tan trillado, solo así se entiende la sobreactuación de ir a un notario para firmar no una hipoteca variable de criterio en los gastos, sino rubricar que el PP de Juanma Moreno no pactará con el PSOE para mantener a Susana Díaz de presidenta. Lo del caballo blanco de Santiago. Puro I+D+i político, es un decir, para conminar al resto a pasar también por una rúbrica imposible. El bravucón y todopoderoso Nikita Jruschov decía que los políticos son capaces de prometer construir un puente, aunque no haya río. Él, no obstante, era capaz de cambiar el curso del río si se le ponía entre ceja y ceja. Ahora son otros tiempos, y los asesores de campaña arriesgan en su lluvia de ideas. Lo mismo te llevan a una notaría que te ponen un chaleco con mensaje, aunque se convierta en carne de “meme”. La campaña es larga y quizá saquen algo de tiempo para poner negro sobre blanco todo lo que los andaluces reclaman para pegar un necesario estirón. El diálogo que vendrá después se antoja seguro, así que vengan desfogados de casa y no nos prometan puentes.