Maestros sin titulación

    10 abr 2019 / 11:11 H.

    Cuando empecé a trabajar en la enseñanza a finales de los 80, cada español tenía dentro de sí a un seleccionador nacional de fútbol; al menos eso se decía. Hoy, 30 años después, la cosa ha variado y lo que cada español tiene dentro ya no es un seleccionador de fútbol, sino un maestro. Sí, sí, así como lo leen. Si lo llego a saber, me hubiera ahorrado los malos ratos de los exámenes, las noches de estudio o los sacrificios que conlleva prepararse unas oposiciones para obtener plaza como maestro. Hubiera tenido un hijo, lo habría matriculado en un colegio, y con eso y un grupo de Whatsapp en el que poner en común los conocimientos pedagógicos que como padres se ve que hoy se adquieren sin pasar por la universidad, hubiera sido suficiente. Y es que una de las consecuencias que ha traído la apertura de los centros al exterior, es que los padres sepan tanto o más que los propios maestros no solo sobre cómo enseñar, sino cómo organizar una clase o cómo resolver problemas de disciplina. No sé si estos mismos padres, cuando vayan al médico, les dirán a los profesionales de la sanidad a qué se debe ese dolor que tienen y se recetarán ellos mismos los medicamentos a tomar. Y es que ser maestro es tan fácil...