Los tres conventos

    14 nov 2018 / 11:13 H.

    En cuanto a conventos e iglesias, la ciudad de Jaén se llevaba la palma de la fe religiosa. Ahora mismo estoy visitando el Portillo de San Jerónimo, cuyo nombre se debe a que en la antigüedad aquí estaba situado el convento de los monjes jerónimos, en cuyas ruinas se levantó otro convento llamado de las Hermanas Franciscanas Descalzas, cuyo hábito es marrón. Errónea y popularmente conocido como “Las Bernardas”, debido al obispo de Jaén, llamado Bernardo, que quiso hacer esa obra cristiana, pero que se quedó en aguas de borraja. Este convento, cuyo esquilón, una pequeña campana, anunciaba las horas de mi precoz infancia, en tanto se hacía el Sanatorio Psiquiátrico de Los Prados se habilitaron las altas estancias conventuales para albergar a los enfermos mentales. También eran famosas y muy vendibles las obleas hechas por las monjas de clausura, con las que hacían posibles las almendradas pastas de alfajor casero, tan demandado por propios y foráneos en el tiempo de Navidad. Ahora estoy al final de la Alameda, en el lugar conocido como Capuchinos y hoy llamado Auditorio. El convento, que no queda ni el más remoto vestigio, fue construido por la Orden de los Monjes Capuchinos.