Los silencios del frío

    18 feb 2018 / 11:25 H.

    El frío conserva y a veces mata, el frío se prodiga y a veces tapa, ejerce sus funciones —por decirlo de alguna manera— democráticamente, a todos nos afecta en mayor o menor grado, actúa en silencio pero su cuchillo es certero y elocuente. El frío las mata callando, sin estruendos ni algarabías, y consumiéndolo moderadamente, también pudiera ser hasta bueno, como casi todo. Estamos en invierno, y mire usted por donde, entre otras cosas hace frío. Pero este invierno está siendo noticia, porque por lo que se cuenta y se siente, el frío que nos depara este invierno no es amable, sino hiriente y lacerante. Llevamos algunas semanas que todos los noticiarios se abren y se cierran y se nutren minuto a minuto, y aburren como siempre, con la cantinela de esta sorprendente eventualidad. Hemos pasado de las nieves zambomberas a las nieves porculeras en un pispás y eso no se asimila fácilmente por un país mediterráneo, y procura titulares y alertas de todos los colores, y mueve corresponsales ateridos por los pueblos más ateridos de nuestra fría España. Inmediatamente después de darnos la exclusiva de la presunta glaciación, se nos presenta al señor Puigdemont, el abominable hombre de las neus catalanes, inquebrantable y recalcitrante, presencia e imagen omnímoda que parece que lo tuviéramos congelado en la retina, y al final, como aún quedan unos minutillos para rellenar el gélido informativo, se esbozan algunas breves notas sobre la corrupción, algunos débiles apuntes sobre el mundo laboral, los delitos sexuales, o alguna recomendación para nuestra salud y los logros de los avances científicos. Y que pase usted una buena tarde, hasta nuestro siguiente noticiario. ¡Qué bien, qué bien hoy comemos con Isabel! Aún reconociendo que no está el tiempo para salir a la calle cantando “Montañas Nevadas” en paños menores y con chanclas, resulta extraño y hasta sospechoso este exceso de información térmica. El manto níveo pudiera solapar los oscuros pelajes de algunas fieras de sangre fría, que aparecerán cuando se produzca el deshielo. El silencio balsámico y la belleza de los paisajes nevados son delicias transitorias, después nos queda el fango y el lodazal. Sobre congelaciones salariales y pensiones en taimado proceso de congelación, algo saben los funcionarios y los jubilados, y muchos otros, ni tan siquiera pueden meter algo en la nevera. Por eso, una sufrida e inmensa mayoría, tenemos las claras de los huevos a punto de nieve, para endulzarnos con merengue. Que no nos lo vendan blanco y amargo.