Lo que faltaba, el rayo devastador

Una luz cegadora se ha apoderado esta semana de Linares, tras saberse que Santana Motor ya es historia de verdad, una vez liquidada la sociedad >> Nadie da con la clave de apuntalar las bases de un presente que genere el despertar del futuro, nadie, nadie

23 sep 2018 / 12:05 H.

No le falta a Linares de nada, absolutamente de nada; Linares está inmersa en una tormenta perfecta en todos los ámbitos de la vida, padece y sufre, vive anclada en el lamento constante por una mano que no llega, un abrazo que tampoco es sincero. Se nos llena la boca con Linares y solo Linares está echándole coraje a la vida y se moviliza para reclamar una atención que hasta ahora suena a música celestial, o sea, soniquete lejano y maravilloso al oído, pero tan lejano que ya es reiterativa esa promesa sobre otra promesa y sobre otra más, incumplidas todas. Son tantos los compromisos que han llegado a la ciudad de España con más paro, han sido tantos los titulares de Prensa publicados que de ser cierto lo que los periodistas dábamos por cierto, ahora mismo se saldría del mapa. Pero no, solo faltaba lo de Santana Motor.

Un rayo devastador el de esta semana, que no por esperado nos deja impasibles. Santana Motor ya es historia, este semana ha dejado de tener registro empresarial y lo que empezó en 2011 y quizá su preludio estuvo con la marcha de Suzuki, la firma japonesa que afrontó su salida de Linares pese a la histórica movilización social. Siete años después de su disolución, ahora llega la extinción, lo que le faltaba a Linares y su comarca para soportar todo tipo de inclemencias de una tormenta perfecta que nos dejó helados y ahora nos deja ciegos. Linares clama ayuda y seguramente las voluntades se encuentren algún día, que ahora, lo que se hace, no da resultado. No caigamos en el tremendismo ciudadano ni tampoco en el populismo político, voluntad la hay, mucha, también conste, soluciones, tan pocas que ninguna brilla. Lo que funciona y no vemos ante tanto trueno social y político, mejor ni nombrarlo, vaya a ser que de nombrarlo se empequeñezca, de verlo como raro seamos capaces de colocarlo en la diana, que en eso también somos expertos. Santana Motor ya solo queda en los papeles como metáfora de una empresa que entre todos matamos y ella sola se murió, un pasado tan brioso como descomunal su esperada caída.