Llenar la despensa en otoño

    17 sep 2018 / 12:02 H.

    Aprincipios del otoño, llenar la despensa con conservas de hortalizas y frutas de la huerta, era el objetivo de muchas familias de la provincia de Jaén. Recuerdo especialmente, en mi niñez, allá por los años sesenta, la conserva de tomate. El día anterior se lavaban las botellas, que se dejaban escurrir toda la noche. Por la mañana se pelaban los tomates y se hacían trozos muy pequeños (era habitual triturarlos en la máquina de picar la carne de la matanza). El tomate se mezclaba muy bien con los “polvos”, ácido salicílico, conservante que comprábamos en la farmacia o en las tiendas, en una proporción de un gramo por un kilo de tomate. Con la ayuda de un embudo y unos palos muy finos se metía el tomate en las botellas, que se terminaban de rellenar con un poco de aceite de oliva. Finalmente se tapaban con un corcho y se guardaban para su posterior consumo, sobre todo en la época de la aceituna. También recuerdo que para hacer conservas de pimientos, las mujeres salían del horno de la panadería, con las latas de pimientos asados. En la actualidad, y aunque todo esto está en declive, aún se siguen haciendo algunas conservas, ahora con la técnica del baño María.