Las lumbres de San Antón

    18 ene 2019 / 12:02 H.

    El nombre de melenchón es exclusivo de Jaén, y por lo tanto, debemos conservarlo como oro en paño. Recuperar su vigencia debe ser de obligado cumplimiento si es que queremos no perder estas coplas octosílabas o no y rimadas en los versos impares, cantadas y bailadas en torno a las lumbres que en honor de San Antonio Abad se celebran en Jaén durante siglos, toma ya.

    Son coplas picaronas y dicharacheras que hacen sonreír al mas taciturno y soso de los mortales. Sean estas letras escogidas un botón de muestra para mostrar nuestro desparpajo y sentido del humor, a veces, rayanas en el surrealismo. “Esa de en medio / no tiene culo, / el año que viene / le haremos uno”. “El tonto llora / y yo me río, / de ver la mala pata / que tiene el tío”. “Tienes más patas / que un olivar, / si quieres que te quiera / te cortas la mitad”.

    Menos la corrupción y la mala conciencia, todo arde en la lumbre. Viejas canastas de mimbre, cambroneras espinosas, desvencijadas cantarera de agua, mantas con mas cortes que el trapillo de un afilador, mesas con las patas cojitrancas, armarios más antiguos que Matusalén, cortas de ramón olivarero, sillas de anea con el culo roto, tirajitos, capachetas del molino aceitero roídas por los ratones y vigas robadas. Arde la lumbre por los cuatro costados. Un pelele con los pómulos pintados de colorete ha sido colocado en el centro de la hoguera. Esta ninot de Jaén se esta consumiendo a toda prisa, pues por los perniles de los calones ya le está subiendo la llama que no perdona y esta ardiendo como la tea. Empieza el baile a la rueda de la alcachofa. El más valiente de la patules cruza los rescoldos lumbreros, y todo l0 hace para que esa morenilla se fije en él, ya que sus ojillos como dos aceitunas negras como las endrinas le están volviendo loquito de remate.

    Hace un frío que pela, porque cuando el grajo vuela bajo hace un frío del carajo. La bota de vino va de unas manos a otras. Buenos trinques gaznates abajo dan ese calorcillo del mollate manchego, eso sí, buenos puñados de rosetas o unas “roajas” de morcilla picantona, trozo de butifarra tipo Jaén, esto es gloria “mareá”, la ristra de chorizo enarbolada como una bandera del buen comer y mejor eructar. Eso sí, la calabaza asada endulza los paladares, aunque si comes demasiada, las tripas retortijeras pasarán su factura, pero aquí no pasa nada, que luego se tira de la cadena y asunto zanjado.

    Sigue el frío, pero el rescoldo da las lumbres de San Antón se despiertan al nuevo día, y están calentando a los funcionarios del servicio de limpieza, a los panaderos, que después de haber hecho el pan que nos comemos vuelven a sus casas para dormir a pierna suelta. El almendro, por San Antón, ya tiene la flor. La vida sigue, aunque nosotros no seguiremos mucho tiempo.

    Y siguen los coplas de los melenchones, en este caso, los míos, recién salidos del horno de mis quehaceres poéticos.

    “No te bajes el refajo / ni te lo vuelvas a bajar, / que las cosas de adentro / no se pueden enseñar”. “La lumbre de San Antón, / arrímate si tienes frío, / que yo tengo mucho calor, / con la cosa de mi marío”. “Lola tiene mala pata, / y yo la tengo peor, / si ella me dice nones, / empieza la discusión”.