La lista interminable

12 dic 2018 / 08:52 H.

No soy, ni espero serlo nunca, un adicto del Facebook. Tampoco me ha gustado utilizar las postales ni, en sus tiempos, los telegramas, para comunicarme con mis familiares y amigos que residen lejos de Jaén, especialmente, en estas fechas prenavideñas en las que son tan tradicionales los contactos con las amistades. Prefiero sentir la voz de mis seres queridos y de mis buenos amigos, cambiar impresiones de la actualidad, y saber un poco más de lo que puede expresarse por medio de la escritura. Todavía no he empezado la enorme ronda de llamadas. La lista es interminable, aunque son muchos los que me llaman a mí. Pero si quiero llegar a tiempo, no puedo demorarlo más. Ya hubo algún amigo que se me adelantó, como mi entrañable Ángel Granero. El es un tío atento, cariñoso, que cada noche envía por las redes una bonita postal deseando buenas noches a sus amigos. No falla. Y, además, al menos a mí, me llama a menudo.

Ángel, a quien conocí en nuestra capital —aunque él nació en Villanueva del Arzobispo— hace ya más de 40 años, por imperativos profesionales, reside en la provincia de Valencia desde hace ya 18 años. Hace algún tiempo fue presa de la enfermedad y tuvo que dejar el trabajo. Se refugió en el arte y comenzó a dedicar su tiempo a dibujar preciosos paisajes con rotuladores. Es un hombre que nunca había dibujado, y sorprendió por su facilidad para hacer composiciones resueltas con mucho talento. Ángel siempre fue un incansable usuario del Facebook y, a través de él, daba a conocer las pinturas que hacía con una prodigalidad admirable. Pero yo sabía que, en el fondo de su corazón, tenía la ilusión de exponer alguna vez sus dibujos en Jaén. Ese sueño no pudo conseguirlo y ya va a ser difícil porque la enfermedad avanzó y ya no le permite hacer sus pinturas como venía haciendo durante años.

Ángel es optimista y tiene el aliento de Juana, su esposa, su hija y su nieto. Y se muere de ganas por darse una vuelta por sus tierras jaeneras. Él empezó el melón de las llamadas de felicitación y buenos deseos para el futuro. Ahora serán muchas las voces que escucharé y que me contarán sus cosas, cómo les va y cómo los trata la vida. Es verdad que estos contactos tan entrañables pueden mantenerse durante cualquier día del año, pero nunca tienen ese sabor, ese calor afectuoso que les da la Navidad.