La extraña pareja

    25 sep 2018 / 12:01 H.

    Ni siquiera sé cómo empezar este artículo. El reino de la infancia es tan vasto que acotarlo a una entrada de esas que luego invitan al remate final sería una falsa impostura. La espita que lo ha liberado es sencilla: es una noticia sobre esa extraña pareja que conformaron Epi y Blas. Ah, dirán los que crecieron en los 80, los dos muñecos de Barrio Sésamo esos. A mí siempre me gustó Epi, claro, que era el de las ocurrencias disparatadas, el que casi siempre venía de fuera a conmover la paz de Blas, que normalmente tomaba el rol adulto y aconsejaba a su amigo para que abandonara su idea inicial. Este terminaba desmayándose casi siempre, mientras Epi se quedaba riendo y suspendido en su atmósfera fantástica. Pues bien, después de muchos rumores, se ha demostrado que en nuestra niñez (aquella troglodita en la que nuestros padres no estaban todo el día encima de nosotros ni nos sometían a la crueldad —recíproca, ¿eh?— de las actividades extraescolares eternas), con toda su inconsciencia y dejadez, surgían metáforas por generación espontánea que sembraban la tolerancia sin necesidad de martillear a nadie con eslóganes de pacotilla que entran por un oído y salen por el otro: sí, Epi y Blas eran pareja.