La complicidad de un pueblo

    14 nov 2018 / 11:13 H.

    Clave del éxito de la “Fiesta de la Matanza de la Sierra Sur” radica en la complicidad e implicación del pueblo de Valdepeñas de Jaén. Organizada por la Cofradía Gastronómica “El Dornillo” y con el patrocinio del Ayuntamiento y la Diputación de Jaén, cuenta con la colaboración de los bares y restaurantes de la ciudad, así como con la participación de los colectivos culturales locales. Durante el fin de semana, centenares de personas, de distintas provincias andaluzas, han podido degustar unas exquisitas tapas, a precios muy populares, en la “Ruta de la Tapa de la Matanza”. Esta actividad es muy popular, ya que los interesados disponen de un pasaporte que es sellado en los bares participantes y optan a importantes premios de productos agroalimentarios. También se han organizado catas de AOVE, talleres de elaboración de embutidos, una muestra gastronómica e incluso un taller de “moda comestible matancera”, dirigido por Alicia Ríos. El popular cocinero y presentador de Canal Sur, Enrique Sánchez, sorprendió a los asistentes con un divertido e interesante pregón de la matanza. Se nombraron “Pinches y Matanceros de Honor” y tres personalidades del mundo del aceite de oliva, José Esquinas, José Juan Gaforio y Brígida Jiménez, fueron investidos Embajadores del AOVE de Andalucía. Espectacular el desfile de la matanza con la participación de la Asociación “Los Jilgueros”, Centro de Educación de Adultos, Centro de Participación Activa de Mayores, Charanga “Dando la Nota”, diez cofradías gastronómicas y la Asociación de Teatro “Ticana”, con sorprendentes representaciones callejeras. El cocido de matanza fue el plato estrella de un almuerzo en el que participaron quinientos comensales que disfrutaron de otros platos de la matanza y actuaciones populares de música y baile. Por cierto, que la mascota y el cartel de Juan Carlos Contreras definen perfectamente el nuevo espíritu de la actual fiesta de la matanza. Pero también tengo que reconocer que echo de menos aquel olor inconfundible a cebolla cocida que, antaño, y cuando amanecía, te avisaba del inicio de la matanza.