Kamasutra ideológico

    12 ene 2019 / 11:09 H.

    Aunque haya síntomas para reconciliarnos con la especie, recorre nuestra espina dorsal un frío meteorológico y político que alerta ante la posibilidad de salir de la cueva. Dirán los optimistas que una canción de Queen, como “Bohemian Rhapsody”, ocupe el primer puesto entre los temas más escuchados de la historia es un síntoma de vida inteligente con el que mandar un mensaje a la galaxia. Pero, al tiempo, hay una activa deriva hacia una regresión social, mental, que enseña la patita. Hibernaba ajena a nuestro lado, y ahora, es un decir, estaría dispuesta a afeitarle el bigote a Freddie Mercury. Craso error, cuando siempre se ha dicho que donde hay pelo, hay alegría. El cóctel del miedo funciona como un reloj en la historia y, ahora, es necesario acotarlo, no darle cuerda y contrarrestarle, de tarde en tarde, los datos utilizados “ad hoc”. Vox capitaliza el debate político en las últimas semanas con la fuerza de un ideario “desacomplejado” que se nutre del ala más descontenta y radical de un PP que vieron tierno en sus últimos postulados marianos. Algunas de las medidas esbozadas en esta suerte de ensayo de prueba y error andaluz escandalizan al propio PP por el integrismo verde que destilan, ya sea en cuanto a violencia de género, inmigración o relato histórico. Un “tótum revolútum” visceral que el barbilampiño Pablo Casado escucha y, en ocasiones, mueve el pie al compás, algo que le afean, sin complejos, esos otros barones del PP, que también afinan, y dicen que esas notas musicales suenan al medievo. Es importante que en el PP haya quien corrija la partitura por más que esté de moda el canto gregoriano de Abascal y cía. Que desde la querida Madrid —siempre cosmopolita y cercana como un caliente puchero de cocido— se haya dirimido el tablero andaluz, en un despacho de Génova, es una regresión espacio-temporal. Por partes, y aunque solo sea el estribillo: “¡Sea por Andalucía libre, España y la humanidad!

    Dando por hecho el necesario teatro entre la partes contratantes, máxime cuando Ciudadanos no quería aparecer en la misma tarima —“vade retro”— será todo un ejercicio de funambulismo político, cuando no contorsionismo, el que tendrá que hacer Moreno Bonilla presidente para intentar coordinar la acción de gobierno y que la naturaleza siga su curso.

    Al hilo de las posturas necesarias en tiempos de alianzas extremas, el presidente del PP de Jaén, Juan Diego Requena, abrió, en el último consejo de dirección del PP jiennense, el libro del kamasutra político de urgencia, posturas, capítulo 2, para leer ante los allí congregados que será necesario pactar tras las elecciones locales con Ciudadanos. Sí, también con aquellos que encabezaron el sector crítico del PP, a los que negaron el pan y la sal y les señalaron la puerta de salida. Sonrisa pícara la de Miguel Moreno y sus espartanos al escuchar el susurro de las carantoñas premunicipales.

    En el equipo de Gobierno del Ayuntamiento de Jaén ya toca la orquesta y apuntan, claro está, al que consideran valido del rey de Reyes, valga la tremenda reiteración, Julio Millán. A la típica crítica política de su “huida” al Parlamento andaluz le suman otra de índole personal-deportiva, su pasión, según las notas de prensa remitidas, por el “footing”. Nótese el aprecio por el anglicismo viejuno, nada de modernidades estilo “running”, quizá quede más desdeñoso el correr sin alardes y puede que con felpa para el sudor. A saber. Millán, en vista de la pipirrana de derechas que se puede formar en Jaén, arremete a los actuales compañeros de viaje de Javier Márquez, el ciudadano empotrado en el PP, Iván Martínez, y la otrora ciudadana y, ahora voz solista, Salud Anguita. En vista de los cambios de pareja que se avecinan, el líder socialista se pone a disposición de la nueva ejecutiva de Ciudadanos, con María Cantos a la cabeza, porque la vida da muchas vueltas. Galileo, Galileo, Galileo, Galileo...