Jornada de reflexión

    25 abr 2019 / 11:44 H.

    Pensemos en el sentido profundo de la reflexión, capacidad esta que escasea en los tiempos que corren. Tiempos de simultaneidad de mensajes, de imágenes, de rapidez, de una estimulación constante y masiva que lejos de activar nuestra inteligencia, la embota y la aturde. Hasta conseguir el efecto contrario: El desinterés por casi todas las cosas o el acercarse a lo que tenemos a nuestro alrededor con la superficialidad que da un segundo de observación. ¿Qué capacidad crítica podemos desarrollar con la actitud de quien pasa de largo? ¿A quién podemos responsabilizar de decisiones no meditadas? Porque hasta una decisión errada debería ser fruto de la voluntad del pensamiento y no de la irresponsabilidad. De aquí que la reflexión institucionalizada no deje de ser una necesidad. Asociada a un procedimiento electoral es, o debería ser, un obligado aldabonazo en la conciencia de cada uno. Una obligación y una oportunidad para el razonamiento. Para decidir qué queremos y qué esperamos. La prisa con la que vivimos, la excitación permanente, la falta de quietud y de serenidad, ¿ha paralizado nuestra capacidad de reflexionar, incluso tratándose de asuntos de capital importancia para nuestra vida?