Influyentes en la actualidad

    20 nov 2017 / 09:44 H.

    Pocas o casi ninguna sorpresa son las que nos ha ofrecido la reciente publicación de la revista “Actualidad Económica” en la que se nos revela el ranking de los diez jiennenses más influyentes de 2017. La política, la empresa, la formación y las finanzas, representadas por diferentes perfiles de ejecutivos con la capacidad necesaria para influir. Una capacidad ésta de ejercer cierto efecto sobre las cosas y sobre las personas, que requiere de un exigente esfuerzo para conseguir adaptarse a la frenética sociedad en la que convivimos. Una sociedad en la que se habla de nuevos hábitos de consumo y de cuestiones sociales, como la brecha generacional o las adicciones a las nuevas tecnologías, que sin duda son de conocimiento obligado para los que quieran adaptar sus estrategias a una nueva sociedad y a un nuevo mercado, como condición sine qua non para seguir siendo influyentes. Y a vueltas con esto, observo cómo de entre las diez personalidades reconocidas, son muchos (no figura ninguna mujer) los que tienen un claro perfil analógico. Basta con dedicar unos minutos a fisgonear en internet para darse cuenta de que no tienen sus perfiles bien trabajados en la que es considerada la red de redes y que tampoco aprovechan el canal (las redes sociales) que ha cambiado la forma en que nos comunicamos.

    Las redes tienen el poder de informar y de transformar, lo cual implica una revolución pues se comportan como un importante vector de tribalización de la sociedad. El hecho de que ni existan en este nuevo ecosistema digital no es ni bueno ni malo; como respondería un buen estratega marketero a la pregunta de si necesitan los “jefes” estar en redes sociales... depende. Algunos parecen mostrar una terrible alergia a las redes sociales, por temor a recibir críticas al mostrar opiniones personales, las cuales pudieran dañar la imagen de su empresa, o por el mero hecho de que se cuestionen sus decisiones laborales.

    Otros, que por motivos de puesto y responsabilidad superan los 50 años de edad sobre los que podríamos decir, que el uso de los canales digitales no está en su cultura y dejan esta tarea en manos de otros departamentos.

    Es esa brecha generacional la que hace que, a pesar de gozar de competencias digitales, las redes no sean su medio y, por otro lado, provoca el que no sientan que la comunicación, más allá de ruedas de prensa y presentaciones, sea una de sus funciones. En el polo opuesto, hay una minoría de estos ejecutivos que sí practican la comunicación directa con los usuarios a través de las plataformas sociales. Influyentes, que han entendido que las redes sociales permiten un acercamiento como ninguna otra red de comunicación, porque muestran la cara más humana de una empresa, de una institución o de ellos mismos.

    Tomadores de decisiones, que pretenden generar una sensación de transparencia que provoque compromiso.

    En mi opinión, aun pudiendo pensar que este ámbito de los perfiles públicos hiper-conectados es un terreno ingobernable y peligroso y que puede ser considerado como una carga y una permanente distracción, lo realmente significativo y que debiera condicionar cualquier tipo de decisión en cuanto a la idoneidad o no de estar en las redes es que la misma siempre debe ser estratégica y nunca motivada por cuestiones de tendencia, de falsa adaptación o de anhelo de notoriedad. Mi criterio se ciñe al necesario análisis de cada caso concreto, antes de pronunciarme con un categórico, redes sí o redes no. Entran en juego muchas variables que tienen que ver con el peso de la marca del CEO versus el peso de la marca de la organización que dirige o representa. Lo que sí deben tener claro los que decidan estar en las redes sociales, es que deben hacerlo bien o sencillamente no hacerlo. Deben dejarse asesorar sobre qué redes utilizar, con qué frecuencia y sobre qué temas opinar. Porque para ser influyente es necesario tener la capacidad de influenciar, y eso, que tiene más que ver con el liderazgo que con los rankings, no está al alcance de todos.