Historia de compromisos

    18 dic 2017 / 09:22 H.

    Hace tan sólo unos días saltaba a la palestra mediática, la movilización que desde la Facultad de Farmacia de Granada han protagonizado estudiantes, profesorado y personal de administración y servicios, los cuales han manifestado públicamente el apoyo y cariño que toda la comunidad universitaria le profesa a Luis, camarero del bar de la facultad durante casi 48 años y que ahora (en virtud de la resolución de un concurso público amparado por la ley de contratos, que le concede a otra empresa la concesión administrativa del citado bar) debe dejar de servir café, bocadillos y cañas como lo ha venido haciendo durante esos años a miles de universitarios que se formaron para ser farmacéuticos, a docentes e incluso a seis decanos que han firmado un escrito de apoyo y “en reconocimiento a uno de los trabajadores más emblemáticos de este centro”.

    48 años de vida de un trabajador, que se ha ganado el cariño con el paso del tiempo, convirtiéndose en una figura casi paternal para muchos de esos estudiantes.

    Vivimos tiempos en los que hablar del apego al puesto de trabajo, resulta un tema que más bien pareciera extraído del paleolítico que, de una conversación casual de café de media tarde; ya que, en la actualidad nos encontramos con profesionales que desempeñan su actividad laboral, en puestos de trabajo que presentan altos índices de rotación. Es por ello, que al encontrarnos con profesionales que lo han dado todo en y por su trabajo, nos invade el asombro, la emotividad, el respeto y casi la incredulidad.

    Es también éste el caso de Antonio Jimenez, de la farmacia de mi barrio. Un profesional que tras 51 años de servicio en la empresa del añorado don Joaquín Ramírez, se jubilaba el pasado viernes. No me he podido resistir a la tentación de tratar de conocer, qué consigue que un profesional de reconocido prestigio y querido por todos, dedique su vida a un mismo proyecto. He indagado y tras consultar con muchos vecinos, clientes y algún especialista en recursos humanos, saco la conclusión de que hoy en día, lo único que lo consigue se apoya en 2 patas: una, ser y sentirse feliz y la otra, atesorar sólidos valores.

    Que el mejor valor de una empresa resulten ser sus empleados, tan sólo se da cuando éstos están verdaderamente comprometidos con su trabajo. En el caso de Antonio, su compromiso afectivo le ha permitido implicarse e identificarse con la empresa, su compromiso de continuidad le ha permitido renunciar a algún que otro “canto de sirenas” y transmitir una sensación de pertenecer a la empresa por una obligación moral. Y realmente, cuando observo cómo el compromiso se dimensiona de esta forma, el respeto se convierte en admiración.

    Estoy convencido que habrá superado momentos grises y hasta alguna crisis de identidad, pero al hablar con él en estos días del hasta siempre, cuando en su rostro se dibuja la amabilidad, la sonrisa, el buen tono, la energía, el orgullo de pertenencia y el compromiso, uno se da cuenta de que quizás algo no estamos haciendo del todo bien como comunidad, como sociedad de responsabilidades efímeras y de obligaciones vacías de alma, a la que le se cambian con ligereza las patas que debieran sustentarla.

    Quedarse tiempo en el “curro” no es tarea fácil. En ocasiones son factores puramente intrínsecos; como la compatibilidad con la vida familiar, los horarios, la deslocalización o el nivel de exigencia del puesto; los que provocan que se den altos índices de abandono y cambio de trabajo. En otras, son factores inherentes al adn de muchas empresas de nuestra provincia y que tienen que ver con trabajos precarios con sueldos bajo mínimos, los que consiguen que no sea labor sencilla, esa de quedarse en el mismo sitio.

    Con independencia del trasiego laboral al que se ven obligados muchos profesionales y aun sabiendo que al amparo de las nuevas tecnologías, en el trabajo de hoy cobran cada vez más protagonismo las relaciones laborales flexibles, lo que sí me queda muy claro es que hacer empresa con personas como Antonio Jimenez, debe ser el objetivo.