Gabriel

    26 mar 2018 / 09:28 H.

    Ha tenido que ser él, un niño de ocho años, puro, inocente y limpio como un pez. Su nombre, ya de ángel, presagiaba el milagro. Bastó ver su sonrisa secuestrada para sentir la voz de la clemencia, que empujaba a buscarlo. ¿Dónde estaba Gabriel? Mientras muchas almas de corazón generoso se afanaban por hallarlo entre las hierbas, Gabriel ya había volado hacia las olas. A las olas limpias y azules del Cabo de Gata. Gabriel se había marchado, víctima de los odios y de las mentiras de una sociedad egoísta, hipócrita y cruel.

    ¡Cuánto dolor y sufrimiento en los ojos de sus desconsolados padres! Ha tenido que ser él, ya desde el cielo, el que nos diera a todos la última lección, una lección de unión, de amor y de concordia. Ha tenido que ser él quien ha puesto punto final a un cuento no apto para adultos, lleno de dibujos, de poemas, y de fantasías. Quien ha llenado de mensajes las redes sociales. Quien ha venido de nuevo a despertar el dolor y las conciencias de muchas personas, sensibles a la injusticia y la maldad humanas. ¿Quién duda hoy, siquiera por un momento, que en el tierno abrazo de sus padres, antes separados y hoy unidos más que nunca en el amor, no se encuentra Gabriel?