El tema nacional

    22 feb 2019 / 16:30 H.

    Seguimos con este tema como acaparador de todos los titulares gracias ahora al juicio de los presos políticos independentistas. Los medios no hablaron de que el gobierno de la antigua Convergència (rebautizada como PDeCAT y Junts per Catalunya) y ERC votó junto con las derechas superpatriotas españolistas en el Parlamento de Cataluña en contra de la reforma fiscal que proponía en Comú-Podem. Esa reforma hubiera supuesto un gran incremento de ingresos a la Generalitat al elevar los impuestos a las clases catalanas más pudientes. Mientras el tema nacional acapara titulares, se ignoran realidades como la de que el gobierno independentista catalán se ha vuelto a unir a los superpatriotas españolistas en contra de los presupuestos pactados entre el PSOE y Unidos Podemos y que tanto hubieran aportado al bienestar de las clases populares en nuestro país. Son los más patriotas a ambos lados del Ebro, pero siempre están de acuerdo en aprobar políticas públicas que hacen daño a sus clases populares. El tema nacional lleva ocultando demasiado tiempo ya los resultados de las políticas de los superpatriotas tanto en España como en Cataluña. Aunque quieran ignorar y tapar con el carrete de lo nacional otros temas, debemos hablar precisamente de lo que esos dirigentes y gobernantes nacionalistas, tanto secesionistas como centralistas, quieren esconder. Tanto el nacionalismo independentista como el nacionalismo españolista están imponiendo políticas neoliberales que no paran de dañar a la gran mayoría de la población de las distintas naciones y pueblos de nuestro país. Para muestra, el pacto del PP y Vox en Andalucía, al que tan poca atención mediática se le dio con respecto a las medidas de naturaleza económica y social, que también ha hecho suyas en su mayoría Ciudadanos. Apenas han salido estas medidas al debate político ocultas bajo el eslogan de defender la unidad de España. Lo cierto es que estas medidas benefician descaradamente a las capas sociales más adineradas, a los grandes propietarios y a los gestores del capital con rebajas de impuestos como las reducciones del tramo del IRPF para tales grupos, o la privatización de los servicios públicos, o la desregularización del mercado de trabajo, la reducción del gasto público social, el apoyo a la escuela concertada frente a la pública y un largo etcétera. Si miramos para Cataluña, nos encontramos con un gobierno independentista de la Generalitat que ha aplicado las mismas políticas que los patriotas españolistas. Convergencia aprobó el decreto de recortes del PP en el 2012; aprobó en el mismo año la ley de amnistía fiscal del PP; apoyó también la nefasta ley de estabilidad presupuestaria en ese mismo año; aprobó la funesta reforma laboral propuesta por los patriotas españolistas del PP y un largo etcétera. Aquella reforma devastó el mercado laboral español con su reducción de salarios y generando precariedad; también es verdad que era precisamente lo que deseaban. El tema nacional sigue acaparando el debate político y nos ha dividido en tres bloques. El primero es el que tuvo su máxima expresión durante el régimen dictatorial, esa visión radial, centralista, vertebrada en torno a la capital del Reino y del Estado borbónico cuyos mayores defensores son los partidos nacionalistas españolistas. Otra es la visión secesionista que ha conseguido adquirir unas dimensiones problemáticas y que está echando un pulso al Estado borbónico y que no para ganar adeptos en Cataluña como consecuencia de la represión y la rigidez; ese Estado cuyo Tribunal Constitucional frenó y vetó un Estatuto aprobado por el Parlament de Catalunya, por las Cortes españolas y por el pueblo catalán en referéndum y que supuso el primer intento de establecer un Estado plurinacional. Y una tercera visión que es la plurinacional, que fue reprimida durante la dictadura e incluso en el periodo democrático y que está resurgiendo y expandiéndose de nuevo como resultado de las limitaciones del sistema radial que frena las periferias y que, además, es la única manera de mantener la unidad del país frente al secesionismo.