Del lado
de acá (2)

    05 abr 2019 / 16:42 H.

    Me hacía ilusión tener una bonita, hecha a medida. Una para contener todos los libros que he adquirido a lo largo de mi vida. Lo más importante, una para los que quedaban por venir. Así que era necesario aprovechar cada centímetro de pared. Soñaba con los 5 anaqueles de la biblioteca de Babel de Borges, con un hexágono completo dedicado a los libros fantasma, esos que regalé o me robaron o desaparecieron y que, sospecho, rivalizan en número con los otros. Al grano: la encargamos a un carpintero del pueblo, uno muy bueno, y no nos importó que cobrara al doble de lo que se anunciaba en las tiendas de prefabricados: Iba a ser la estantería de nuestra vida, a la que de viejito acudiría en busca de tal (uni)verso de Cavafis o de cual pa(i)saje de McCarthy o de Calvino. No me digan que no se siente uno un poco como un Medici cuando hace encargos a medida. Pero en el lado de acá, los “artistas” nunca cumplen los plazos, como si hubiera un complot para que al final terminásemos todos en la rueda globalizada de hámster que es Ikea. Me preguntaba qué iba a hacer con los 8 anaqueles y los 40 centímetros que sobraban, pero, ¿saben? La vida es más vida cuando aceptas que es un jardín de senderos que se bifurcan: Ahí están los 5 anaqueles, pero en vertical.