De nuevo, los gitanos

    24 jun 2018 / 10:53 H.

    La historia de Europa nos recuerda cómo se instalaron los fascismos, en la primera mitad del siglo pasado, de qué manera sigilosa fueron anidando en formaciones populistas, violentados por la penuria económica. Y ganando franjas de voluntades desinformadas al poder legalmente constituido que, acaso, no supo reaccionar ni dar respuestas adecuadas. Y después los genocidios, las guerras, la tragedia. Ocho décadas después, resulta desolador el panorama no sólo del viejo sino también del nuevo continente. Las tropelías de Trump, separando a los niños migrantes de sus padres, sólo cabe atribuirlas al virus xenófobo y fascista de un personaje indeseable que ocupa la presidencia del país que era código de la democracia y de los derechos humanos hasta ahora y ojalá lo sea en el futuro. Por ahí se empieza, luego sobreviene el contagio. No vale ponerse de perfil, no es suficiente mirar hacia otro lado, ni salvar la conciencia con una nota de rechazo de este o aquel estado, almibarando la condena con diplomáticos circunloquios. Habrá que gritar aquí, allí o donde sea. Más cerca, en Italia. Ese otro líder, Salvini. Leo que está realizando un censo de gitanos, para proceder a la expulsión de aquellos que no tenga la condición de italianos. Hitler también comenzó de tal manera, para identificar a los judíos, obligandoles a que exteriorizaran al parecer su basura genética. Díganme cómo puede calificarse a este ministro del Interior, de un país que pertenece a la Unión Europea, cuya legalidad formal se halla en las antípodas de la xenofobia. Y detengámonos en otros países, Polonia, Hungría, Holanda... Sé que algún admirador del impresentable Salvini, pudiera objetarme el signo reprobable frente a los gitanos que puede extraerse en la Historia de España. Hablemos de hace más de cinco siglos, del Decreto de expulsión de Felipe III, que no se llevó a cabo, de algunas pragmáticas de los Borbones, de leyes represivas que limitaban el nomadeo de los gitanos, y otras más. Cierto pero hay que referirse a un tiempo cercano a la esclavitud y del poder absoluto de los monarcas, y antes de que se produjera la revolución burguesa. En todo caso, el grado de integración gitana que se ha conseguido en España, singularmente en la baja Andalucía, no tienen parangón con ningún país del mundo. Por cierto me incomoda leer en diccionarios y textos que el primer testimonio de presencia gitana en España se produce en Barcelona. No es así, se produce en Jaén según crónica de los hechos del Condestable Iranzo. En definitiva, otra vez la xenofobia dirigida a los gitanos por ese payo Salvini; y ello, añadido a la migración desatendida. Hay que pensar que son los países colonizadores de África los que esquilman a este continente, y ahora levantan objeciones insolidarias para protegerse de la miseria y del desamparo de centenares de miles de migrantes. Es triste pensar que el mar de la cultura y el progreso que fue el Mediterráneo, esté ahora convertido en el mar de la muerte.