Con sabor a despedida

Rosa Cárdenas llegó al Ayuntamiento de Jaén a través de José Enrique Fernández de Moya, se quedó con Javier Márquez y, después de tres legislaturas, se marcha con la conciencia tranquila

12 nov 2018 / 08:33 H.

Era la Semana Santa de 2007 cuando, después de dar por finiquitado un curso de Derecho Financiero, recibió una llamada telefónica de un compañero y amigo de la Universidad de Jaén un tanto desconcertante. José Enrique Fernández de Moya la dejó boquiabierta cuando le anunció que le informaba de su inclusión en la candidatura con la que él concurría a la Alcaldía de Jaén. No había marcha atrás. La lista estaba en manos del todopoderoso Javier Arenas y, si le daba la bendición, aquí paz y después gloria. Rosa Cárdenas Ortiz, con fidelidad al dicho “Que sea lo que Dios quiera”, aceptó. No sin temor. Era su estreno en política, un deporte para el que no estaba entrenada, pero con fondo físico y mental suficiente como para dar la talla en la carrera competitiva. Pronto se cumplirán doce años de aquel día que nunca olvidará. Ha llovido tanto que, después de mojarse por su tierra lo habido y por haber, se marcha. Lo hará lo mismo que llegó, sin hacer ruido, por más que la judicializada vida política salpique una trayectoria marcada por el trabajo.

Su intención es dejar el acta de concejal en el Ayuntamiento de la capital a principios del nuevo año. Quiere regresar como profesora de Derecho Financiero y Tributario a la Universidad en el segundo cuatrimestre. Lo que ocurre es que quedan pocos meses para terminar la legislatura, hay una causa judicial abierta por el polémico caso de la contratación del servicio de mantenimiento de las fuentes en la que ella está investigada y, además, las áreas que dirige son de suma responsabilidad. No será fácil el traspaso. Primero esperará a que se aclare el embrollo en el que está metida y, después, se retirará de la política. La decisión está tomada. Tampoco, en cierto modo, es una gran novedad. Sus compañeros son conscientes de que este era su último mandato. El alcalde, Javier Márquez, encontró la negativa por respuesta en la ansiada búsqueda de su continuidad. No habrá una cuarta oportunidad.

En su entorno dan por seguro que no agotará la legislatura. Hay quienes garantizan que se retirará a la vuelta de Navidad e, incluso, ponen encima de la mesa el nombre de la persona que la relevará en el sillón del salón de plenos: el número 17, Manuel Palomares. Rosa Cárdenas se irá, eso sí, con sabor agridulce. Dice adiós a doce años en los que se multiplicó, como el pan y los peces, por esa vocación de servicio público que aflora entre quienes no tienen en la política su medio de vida. En el primer mandato, cuando el Partido Popular (al que pertenece desde que tiene uso de razón) estaba en la oposición, compatibilizó sus tareas en la Universidad de Jaén con su responsabilidad de edil. Lo mismo en el segundo. Y, además, sin cobrar de las arcas municipales. En el tercero no tuvo más remedio que decir “sí” a la liberación porque la responsabilidad en el Ayuntamiento subió de grado y eran muchos los frentes abiertos. Una de las gestiones de las que puede presumir es el Instituto Municipal de Empleo y Formación, conocido como el Imefe. Funcionaba con pólizas cuando ella llegó y, ahora, la de novecientos mil euros está a cero y los cursos se subvencionan con recursos propios. Rosa Cárdenas es de los pocos concejales que pueden presumir de estar cómodamente en los dos bandos en los que se divide el equipo de Gobierno, en el de José Enrique Fernández de Moya y en el de Javier Márquez. Es más, ella estaba llamada a vigilar y controlar el proceso de transición cuando el exalcalde se fue a Madrid. Lo hizo con soltura. Le avalan su trabajo, su constancia y su amor por Jaén y tiene la conciencia más que tranquila.